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Antonio Pérez Morte

Diario

Hoy el día huele a primavera

Hoy el día huele a primavera

Hoy el día huele a primavera.  El sol parece de verdad, calienta de verdad y pese a todo la nieve sigue ahí, delimitando el horizonte que hoy ha perdido para siempre Gary Moore.   Los ancianos no saben quien era Gary  y van a comprar el pan como cada día, sin detenerse a compartir el deceso con los vecinos.  Yo me tomaría un bourbon a la salud de Moore, pero es demasiado pronto para hacerlo y padezco hipertensión.   Tengo un trabajo en el que me esperan y al que, de un momento a otro, vendrán a visitarme gentes que tienen frío y esperan su reforma:  La gente pasa la vida preparando reformas, esperando reformas, deseando ser capaces de acometerlas.  Yo también, un día cualquiera, me cansé de esperar la mía y desistí. Ahora prefiero quedarme así, reconocible, irreformable.   Prefiero no reformarme nunca más, además ya lo he dicho: Hoy hace sol y vuelven al parque los viejos,  los insectos, y esos adolescentes que siempre hacen novillos al instituto y que tampoco saben quien era Gary Moore.  Me fumaría con ellos, con estos estudiantes con caras de recién nacidos, un petardo a su salud, pero no puedo, soy demasiado mayor para hacer pirola y quedarme aquí con ellos y ese canuto de maría cojonudo, que huele a frescura y juventud, como los de los buenos tiempos, como los de aquel tiempo en que todo Dios conocía a Gary Moore. 

No puedo hablarles de Gary a estos críos. No puedo contarles como acertó cuando cambió el heavy por el blues.  No pienso hablarles de Moore a aquellos viejos. No tengo derecho a amargar el día a nadie por mi inolvidable desconocido.   Además hoy -creo que ya lo he dicho- el día huele a primavera y el sol parece de verdad, calienta de verdad.  La gente sigue su ritmo habitual mientras, como un día más, cruzo la Avenida de Biescas camino de la empresa.    

¡Espérame, en el cielo! (Para Pepe Gastón)

¡Espérame, en el cielo!    (Para Pepe Gastón)

Hace apenas un par de horas, conversando con mi amigo Arturo Hortas (ignorando que yo desconocía la noticia) ha hecho referencia a la reciente y repentina desaparición de Pepe Gastón.  Tocado todavía por otros acontecimientos familiares recientes y por la reciente muerte de José Antonio Labordeta, he vuelto a convulsionarme por dentro. 

La muerte vuelve a cogernos por sorpresa, con el paso cambiado y Pepe, aquel pintor y actor aficionado que un día, empezó a parir canciones sin esfuerzo, ya es historia. Ya es parte de nuestra historia:  Musicalizó poemas de José Antonio Rey del Corral como si fuesen suyos: Mañanicas del monte, Orilla contra Orilla, Alto Aragón, Llanto Chileno… Luego hizo lo mismo con sus propios poemas para hacerlos de todos: Para cuando nazca, Recuerdo de Diana, Para Vivir …

Creó con José Antonio Rey  “MONTE SOLO”,  y con letras de este último, un CD -que reivindiqué vivamente desde las páginas de Trébede- y un librodisco Poemas cantados de José Antonio Rey del Corral (Producciones Sin/Con Pasiones) en el que, poco más adelante,  tuve la fortuna de poder colaborar con un retrato literario del poeta. El grupo actuó, entre otros lugares, en los escenarios de la Sala Luis Galve, Sala Mozart del Auditorio de Zaragoza, Teatro principal, Monasterio de Veruela, Teatro del Ateneo de Madrid, Auditorio L’Illa de Barcelona…

Creador del colectivo “Cantautores de Aquí y de Ahora”, Pepe propició una pequeña e interesantísima discografía compuesta por cuatro CD´s que enriqueció con las aportaciones de otros artistas: Elena Rubio, Agustín Alegre, Carmen París, Mª José Hernandez, Arturo Hortas, Ricardo Constante, Quique Muñoz, Mª Pérez Collados, Ludmila Mercerón, Ángel Petisme, José Antonio Labordeta, Joaquín Carbonell, Gabriel Sopeña...

Gastón grabó también con “Monte Solo” un maravilloso disco-libro dedicado a la Tertulia Literaria Opi-Niké (con textos de todos sus miembros), otro atractivo monográfico dedicado al Moncayo "Moncayo Mágico"; y el más reciente "agua", dieciocho piezas poéticas de diversos autores.  Nos queda su legado cultural, el recuerdo imperecedero de su bonhomía y su mirada limpia:  ¡Descansa en paz, querido Pepe!   ¡Espérame otra vez, en animada tertulia con Manuel y con Luciano, con los José Antonios, con  Guillermo! ¡Descansa en paz, Pepe! ¡Espérame en el cielo! 

¿Quién?

¿Quién?

Ya hace un mes que se nos murió Berlanga:

¿Quién hará la película de la crisis?

El fantasma de Grancasa (Para Manolo Vilas)

El fantasma de Grancasa   (Para Manolo Vilas)

      Bajo las mariposas multicolores de Antonio Saura vuelvo a entrar en el laberinto de Grancasa.  Ana y Pablo se pierden entre los pasillos de chandals, sudaderas, mallas, calcetines y  calzado deportivo de Decathlón.    Les sigue un fraile viejo con cinto ancho de cuero y hábito color crema, un hombre al que le falta una pierna y le sobra una muleta; una mujer con dos cestas...

      Juan y yo pasamos deportivamente del viacrucis de tanto pasillo repetido y buscando una  puerta, a la medida de cada uno, acabamos, una vez más en Imaginarium:  Las muñecas aquí, ahora, son de verdad y parecen mitad parvulitas, mitad dependientas.  Miramos con detenimiento  los objetos de madera mientras, lejos, el fraile y su acompañante ojean tablas de surf.  Nos ponemos de acuerdo y hacemos el pacto de dejar las compras para otro día por si las chicas que parecen de juguete, todavía no han aprendido matemáticas. Caminamos hacia el fondo de la planta y damos una vuelta, en redondo, por el espacio alegre y colorido de Kukuxumuxu, pero desgraciadamente no hay tantos articulos naranjas como mi hijo pequeño esperaba.

      En Super-Ocio  los juguetes no son de juguete y los precios tampoco, así que acordamos que cuando nazcamos otra vez, si algún día  lo hacemos, seremos ricos y compraremos un millón y medio de maquetas y aparatos de aeromodelismo para llevarlos a África.

      En Media Markt, rebajas de Otoño y temperaturas de Agosto: Nos entra el agobio y después de que nos pidan, como siempre, el código postal, salimos de la tienda por piernas, con un puñado de cd´s  a precio de saldo.   En El Corte Inglés está el Ferrari rojo que Juan necesita como agua de Mayo y lo compramos...  Se nos olvidan las pilas.      Mientras él y Ana tratan de averiguar la referencia que lleva el mando táctil del diminuto Ferrari,  Pablo y yo entramos a Game a por un nuevo juego.   La cola para llegar al mostrador da la vuelta a la tienda, así que para ir adelantando le doy la funda del disco al dependiente y éste le prepara el soporte al cajero.  Sigo esperando mi turno, agitando un folleto para frenar el calor, mirando el ir y venir de las gentes a este reino de consumo, a este pasatiempo absurdo, tonto del comercio.   La fila apenas avanza: Se habla de formateos y de pulidos, de calidad garantizada, de cosas más raras que todavía no entiendo.  Mientras, envuelto en agua por la fortísima calefacción, pierdo la mirada más allá de la puerta y creo ver junto a ella al cronista del lugar, al poeta enamorado de Zeta.  Entra una vez y otra en solitario. Distraido. Aburrido. Para nada entra: Para olvidar un bostezo y reposar la mirada  sobre un montón de cajas amarillas.  Manolo tiene la vista cansada y escribe, de cerca, poemas de amor.  Una inquietud que late bajo su chaqueta grisácea, baila, tira de él, le arrastra, se lo lleva... 

      Después de pagar, salgo en su busca, pero Manuel Vilas ha desaparecido deprisa, como si fuese un fantasma, como si nunca hubiese existido, como si nunca hubiese escrito los extraordinarios poemas que constantemente nos regala.  Le busco por todas las plantas, en cada heladería...  por si hubiese salido a la caza del Mágnum.

      Desde hoy, Martes 8 de diciembre a las 13:21  recorro cada rincón de Grancasa con un retrato de Mordzinski.   ¡Habrá recompensa!

Antonio Pérez Morte    (Diario, 8-12-10)

Perder la vista...

Perder la vista...

Apenas tiene seis años esta fotografía.  El niño que aparece en ella habrá crecido, con un poco de suerte, no sin dificultades, y si la arena, el viento y el sol del desierto no han dañado sus ojos será consciente del camino tan duro que todavía le queda por delante: Sabrá, con la inteligencia y lucidez  que la vida otorga, casi siempre, a los más desfavorecidos, que la sonrisa de la mujer de la izquierda sólo fue un espejismo. Nada más que un espejismo.   

Con el corazón sobresaltado.

Con el corazón sobresaltado.

Con el corazón sobresaltado todavía por la ruleta trágica del azar, caminamos hacia la noche pensando en ellas: Ayer a nuestro lado y nunca más. Nunca más sin más motivo, nunca más. Porque sí y ya está, todo vacío. Caminar convirtiendo un sinsentido en oración.

LOS CHICOS BUENOS

LOS CHICOS BUENOS

La lucha fue para nosotros una forma activa de vivir. Sólo podíamos avanzar así, abriéndonos paso entre las ruinas de una sociedad que no era nuestra por más que nos la quisieran imponer...  y luchamos por cambiarla, con más voluntad que eficacia en todas las trincheras, enfrascándonos en cada batalla con el mismo objetivo. Nunca ganamos ninguna porque fuimos críticos; por el contrario al no ser sectarios, cada pequeña victoria también fue la nuestra.

Crecimos deprisa constreñidos por una enseñanza que queríamos olvidar mirando a un futuro que todavía no nos pertenecía. Entramos en los kioskos y en las librerías como animales asustados con sed de saber y supimos de autores y obras que nos cambiaron por dentro para siempre y que jamás olvidaremos.

Escribimos en paredes, plaquettes y sobre algún cuerpo desnudo la caligrafía primera de tanto amor y esperamos la tarde de los viernes como un regalo de Marx o de Dios: Para entonces ya teníamos Triunfo, Andalán, Mundo Obrero, Venceremos... y la esperanza y la ironía intactas. Ignorábamos el tremendo peso de todas las putadas con las que el tiempo acaba cargando las mochilas rojas de los chicos buenos.

Labordeta y sus nietas

Labordeta y sus nietas

"Mira, Antonio, lo mejor que he conseguido, después de todo, son este par de criaturas maravillosas que son mis nietas, estas mellizas que me tienen loco y que son tan distintas que no es que no parezcan hermanas, ni siquiera parecen primas"

                                                          José Antonio Labordeta

Flashes sobre Labordeta

Flashes sobre Labordeta

Un día, durante una prueba de sonido, en San Mateo de Gállego, un grupo de niños no paraban de dar vuelta alrededor de su micrófono. Él después de advertirles varias veces sin resultado les dijo: "Oir, majos, dejar de dar vueltas a los cables que esto os va a dar un leñazo que os va a dejar secos."  Los críos, claro está, pararon en el acto.

EL MITO PERDIDO PARA SIEMPRE

EL MITO PERDIDO PARA SIEMPRE

"José Antonio Labordeta, tímido y tierno, tuvo que vencer su timidez para acercarse, todavía más, a sus gentes.  Un día me dijo que estaba cansado de tanta mitificación hacia él y sus canciones:  Se rebeló y con esa actitud  consiguió que todos, no sólo los  aragoneses sino también los españoles de cualquier signo, ganasen para siempre a uno de los suyos y perdiesen la posibilidad de crear un mito"

 

¡Hasta siempre José Antonio!

¡Hasta siempre José Antonio!

De palabras y números (Para Antón Castro)

De palabras y números (Para Antón Castro)

Este año no he tenido tiempo de hacerme con la tarta de Santiago. El día ha estado lleno de números, sólo números:  será el calor.    No quería enviarte una escala, un logaritmo, una fracción, el diámetro de los hierros corrugados, de las molduras de escayola, la relación peso/volumen de las gravas o un jirón de calendario.  No quería y sin embargo, el día ha seguido avanzando sin palabras.  Al llegar a casa, tarde, he abierto la cajita de madera donde guardo las cosas de valor, pero sólo he encontrado palabras repetidas y he jugado con ellas dándoles vueltas.  Les he cambiado el orden para que quedase más bonito, para decir, sin nombrarlas, las cosas que tantas veces nos hemos dicho. Felicidades, amigo!   

 

Texto:          Antonio Pérez Morte
Fotografía:                      Leo Tena

SECRETOS COMUNES

SECRETOS COMUNES

Fue su primer concierto, su primer gran concierto, por eso cuando se apagaron las luces del recinto y sobre el escenario comenzaron a entrelazarse y fundirse cortinas de luz de mil colores, Juan abrió sus ojos azules más que nunca y atrapó con ellos cada detalle, cada instrumento, cada efecto...  Con los primeros acordes, le agarré fuerte contra mí y sentí su pequeño corazón latir con fuerza, como si fuera a escapársele del pecho...    Emocionado tarareaba cada canción, marcaba el ritmo y escudriñaba a escasa distancia, las guitarras de Álvaro y Ramón...    Vibró a tope durante dos horas largas,  que se desvanecieron como el humo del cañón.   Mi hijo pequeño y yo ya tenemos más secretos en común.       

Antonio Pérez Morte   (Diario, 27 de Agosto de 2010)      

Perdóname...

Perdóname...

Perdóname, me fui sin avisarte y sé que durante este tiempo volviste a visitarme: Lo delatan todavía las huellas  de tus ojos húmedos, en la superficie limpia de esta página.  

Debí suponer que volverías y sin embargo ni siquiera te dejé una frase, unas palabras sinceras que  sonasen a tópico.   Sólo una frase ¿o quizá algo más?       

He estado fuera de servicio día y noche y todavía lo estoy, ordenando números y palabras.  ¡A veces hay que hacerlo, aunque en un despiste olvides un viejo sueño sobre la mesa del comedor o la cocina, o sobre el brazo acolchado de tu sillón dormido, para recuperarlo, quizá de madrugada, en la sala de espera de un hospital siempre lejano! ¡No importa!   ¡A veces, sólo a veces, es necesario volver la vista hacia el origen, olvidarse de todo y escuchar mientras caminas el crujir de tu paso firme sobre la tierra o sobre los adoquines de las calles desiertas! 

Cruzar la noche interminable con la certeza falsa de que avanzas.   

Hasta siempre

Hasta siempre

Cuatro meses con un pie en el aire y otro en el alambre dan para mucho:   Amplían el campo de visión, ayudándote a calcular distancias y a mirar las cosas desapasionadamente, de forma más objetiva.  Cuatro meses con un pie en el aire invitan a volar por libre, a buscar las alas de la verdad en nuevos sitios, aunque para ello estés obligado a abandonar las otras alas, ortopédicas y falsas como tantas otras cosas, como tantas palabras.  

La poesía quizá, nada más, concebida como terapia o  válvula de escape dormirá en los cajones del escritorio de mi estudio, junto a los objetos de meditación o relajación, como los libros de Castilla del Pino o los discos de Lair Ribeiro.

Voy a dejarlo aquí.  No tengo ánimo ni ganas y me niego  a continuar  forzando más republicaciones.  ¡Nunca supe hacer trampas!  No habrá más artículos, estudios ni reseñas.  ¡Quizá así evite su desfase y su pérdida por estudios, salas de redacción o gruesas carpetas!   

Voy a quedarme a solas sin trazarme objetivos, sin metas.  Voy a quedarme con los de siempre y con los de afuera:  Aquellos que desde lejos,  y a cambio de nada, te brindan la posibilidad de poner en pie los viejos sueños.  

Voy a encerrarme con mis poemarios por un tiempo  y voy a trabajar con la paciencia y la precisión de los viejos orfebres, por si un día, en esta lotería cotidiana y absurda de la vida me cae, como premio a mi constancia y tesón, un cáncer de cólon, de pulmón o de próstata y alguien (como siempre)  se acuerda de mi o de mi viudita, para brindar por mí y sacar a  la luz un tomo inmenso...        

¡Gracias por vuestra fidelidad durante estos años!  ¡Gracias por acompañarme hasta aquí!  ¡Hasta siempre!   

Continuar

Continuar

 

 

Y

 

 

Cuando las cosas se ponen duras...

Cuando las cosas se ponen duras...

Cuando las cosas se ponen duras y cuesta dar un paso sin fatiga, caes de nuevo al pozo de la desdicha y ves perderse los sueños en la distancia como el globo que de niño escapó de tu manita.  Hoy ya eres grande, como lo eran las manos inmensas de tu padre. Las tuyas, ya no buscan los juguetes que olvidaste jugando a ser culebra o lagartija; ni el globo que se tragó tu primer gran horizonte.  Hoy tus manos sólo buscan manos, otras manos, otros rostros más lejanos todavía. 

 

Cosas... (Para Sergio del Molino)

Cosas...   (Para Sergio del Molino)

Llevo un tiempo desenredándome de aquí, atrapado por otras cosas más cutres, más prosaicas, ese tipo de cosas que no pueden esperar.   Llevo un tiempo de casa a la oficina, de la oficina a casa; del presupuesto a la nota informativa y los deberes;  de la compra a la cocina, de la cocina a la cama, de la cama al pastilleo, al médico, al hospital, al cementerio...  

Llevo un tiempo que no quiero para mí ni para nadie: aparcando proyectos, abandonando amigos y abonando inevitablemente el terreno a los nuevos brotes de ansiedad. Todo el día entre el fijo y el móvil, el móvil y el fijo, hasta que de madrugada, muy de vez en cuando, paso por aquí y os leo. Me releo con prisa y cansancio y fuerzo, para recordar que sigo vivo,  la republicación de un viejo texto o de un poema. 

Algún día como hoy (suele caer en finde) pincho alguno de mis enlaces amigos y encuentro sorpresas tan hermosas y tiernas como esta: imágenes que devuelven el brillo a mis ojos, la esperanza a mi mirada y las ganas de bregar contra las malas rachas, contra el tedio.  ¡Bienvenido Pablo! ¡Un abrazo enorme, Sergio!       

Carta a Miguel Garulo Muñoz

Carta a Miguel Garulo Muñoz

            Querido Miguel: Entre el tráfago cotidiano que me atrapa te he llamado esta mañana al teléfono de casa, a esa hora difícil para mí, en la que no duermes, comes o descansas. Mi Nokia 2760 me ha dicho, como en los últimos días: "No ha sido posible realizar la conexión". He repetido varias veces el intento sin éxito: Un símbolo rojo, terco como una obsesión, como una pesadilla reincidente, como un presagio, ha salido de la pantalla para entrarme por los ojos hasta adentro, inflamándose en mi pecho. He sentido crecerme ahí, ese maldito círculo, encarnado como una frustración, como un deseo perdido, como un dolor infinito y sin saber por qué, he tenido la certeza de que te habías ido de mi vida como llegaste a ella, por sorpresa, para siempre. Sé que nunca llegaremos a vernos en este rincón del Pirineo de donde debía proceder nuestra familia, tampoco nos perderemos con mis hijos (tus sobrinos) en un paseo largo tras una buena comida en el Tierra de Biescas.  Me quedaré recordándote en silencio, rompiéndote el secreto de todo cuanto recibí, discretamente: Esas pautas de bondad, de humanismo, de humildad y de servicio que dejabas caer en el transcurso de una conversación sin darte cuenta, y a las que tu estatura de hombre bueno hubiera impedido por pudor  llamar consejos.

             ¿Sabes? Se me han quedado un montón de cosas pendientes en la agenda: Un puñado de poemas por compartir, un libro comprometido que acabo de publicar y que creció "de puño y letra"; las memorias de un beduino llamado José Antonio Labordeta y la Cinta transportadora de nuestro querido Ángel Petisme (cuya obra tanto amamos ambos). Ojalá esa magia irresistible, inexplicable e incombustible que fue para nosotros siempre la poesía, fuese, siquiera por una única vez, la cinta transportadora que nos diese la oportunidad de reencontrarnos entre recuerdos y anhelos imposibles, para darnos ese abrazo infinito que nunca nos dimos, porque  apenas sin saberlo, se nos pasó el tiempo como un sueño.

                                                                   Antonio Pérez Morte

Volveré

Volveré

Volveré a desmontar el puzzle para encajar las piezas que últimamente fueron encontrando sitio dentro de nosotros,  pero que sin embargo no hallaron, todavía, el espacio físico para reposar indefinidamente a nuestro lado:   Daré asilo político al beduíno Labordeta y a nuestro cariño siempre recíproco;  al inolvidable Manuel Pinillos (Vinillos, como diría, con cariño algún malicioso amigo) y su (por fin)  poesía completa;  al gran  Carlos Castán y sus Papeles dispersos, recopilados ahora en forma de libro; a Joan Margarit  Misteriosamente feliz  gracias a Chus Visor;  al polifacético Eduardo Lastres que llegó a mi, de la mano de Francisco Martínez Pastor y Ana María Drack, para descubrirme la belleza honda de sus haikus en una hermosísima edición de Pastorius; a Antonio Gómez Rufo, siempre cercano y atento, que me envió una de sus obras porque sí.   

Un hueco grandote donde quepa el fantástico Bestiario Ilustrado de Aragón del infatigable Chema Lera y otro en la penumbra para dar cobijo a la  voz  honda y sosegada de Manuel Rivas o escuchar la luz de la poesía de Eloy Sánchez Rosillo.  Huecos dispersos donde quepan la sabiduría musical de Ángel Vergara y la poesía vivísima de Óscar Aguado, Marta Navarro, Andrés Ramón Pérez Blanco, Ángel Petisme, David González, Jorge Barco...     Un lugar para la poesía visual de Susana Vacas y para las nuevas entregas de Rolde, En portada o  Cuadernos del Matemático, una publicación que acaba cumplir sus primeros veinte años de andadura y que mantiene encendida todavía la llama de la pasión por la buena literatura.