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Antonio Pérez Morte

Diario

Aquí sólo baila Layla!

Aquí sólo baila Layla!

De vuelta del Centro de Salud, con la tensión arterial todavía por las nubes y la nariz sangrante, camino deprisa hacia el final del día.  Juan y su guitarra me esperan a la puerta del Conservatorio.    Llueve, truena, y el viento vapulea las ropas que tendimos al sol.    Ana, también llega a casa cansada,  agotada por el segundo día de celebración gripal, de nuestro decimonoveno aniversario.   Pablo estuadia Sociales en su bunker mientras escucha a Metallica.   El pequeño tiene que leer bastante y hacer un resumen, repasar las tablas, tocar "la gallina"  y ya es muy tarde: Sólo le apetece ver bailar a su tortuguita Layla.  Es tarde, demasiado  tarde para llamar a mis primos, a mis hermanos, a mi madre, a mis tías: andan todos, también bastante "bajos" y llenos de achaques. Esta noche hablaré con Eduardo Boix y Antonio Huerta,  y haré como cada noche mis ejercicios de relajación y respiración, antes de acostarme.  Le daré un vistazo al catálogo de la exposición de Fernando Malo, que inaugura el próximo día 12 en el Torreón Fortea, pero ese es otro tema del que os  hablaré con más detalle y más despacio.     

Amigos (Para Jesús)

Amigos                                                                   (Para Jesús)

 

Decía mi hijo Pablo de pequeño, que los amigos son muy importantes,  incluso,  algunas veces más que la familia,  porque a la familia no tenemos el privilegio de  elegirla y sin embargo a los amigos sí.   La amistad ha sido para él, desde muy niño, algo muy serio.  Siempre ha tenido los amigos justos, no demasiados, pero buenos.   Supo entender sus fallos y carencias, porque desde pequeño ha sido consciente y crítico con los suyos. Tiene un amigo de la infancia, al que el azar y las aficiones han separado sólo fisicamente, porque a pesar de la distancia siempre ha seguido siendo su amigo.   Se ven poco, muy poco, pero se preocupa por él.  Son distintos,  muy distintos, cada vez más, casi opuestos,  sin embargo siempre se respetaron, siempre se quisieron y jamás supieron acabar el día y acostarse sin limar la más mínima aspereza. Unas veces Pablo, otras Luis,  se llamaron por teléfono para hacer de viva voz las paces y poder irse a la cama, tranquilos, relajados.   

Este año en que, desgraciadamente, mi agenda de bolsillo vuelve a llenarse de tachones y citas médicas, pienso en ellos,  en Pablo y Luis.   Pienso en mis amigos, en cada uno de ellos:  En Francisco Palacio, compañero inseparable de la adolescencia, confidente, alma gemela; en Pedro Arrojo y su conciencia lúcida, abriéndome los ojos a otra realidad distinta; mis Ángeles  (Guinda y Petisme) que escriben palabras desnudas a pecho descubierto; en Ángel Arrieta, experto en la hostelería y los afectos;  Antonio Cuenca y Seve, dos hermanos caídos del cielo, dos rebeldes heridos por el cierzo;  en José Antonio Labordeta que lucha contra la injusticia y contra el cáncer escribiendo versos y canciones, y  que guarda bajo unos rasgos tristes y duros, la ternura frágil de los niños eternos.  

Vuelve,  Domingo Esteban, que un día, por sorpresa, se nos fue para servir de alimento a la tierra que tanto amó y que poco a poco fue llenando de árboles y recuerdos: pienso en Juana y en sus hijos;  en Fernando y Esther que llegaron a mi vida en el momento en que más falta me hacían;  en Santiago Arranz y Trini, siempre de gira cultural, cargando emociones, libros y belleza, en sus corazones y maletas; en Antón Castro con quien no consigo cuadrar la cita eterna; en Eduardo, que aparece y desaparece como el Guadiana entre la monotonía desesperante de tantos días iguales; en Nuria Estaún y Roberto Segovia que comparten conmigo musica,  poesía y cariñicos;  en Arturo Hortas: bliblable, confidencias mojadas en café; pienso en Gabriel siempre inquieto, siempre lejos, aunque lo sienta y lo presienta maduro y muy cercano; en Paco Martínez y Ana María Drack que traen en sus voces la caricia del mar. 

Pienso en los amigos y  brotan de golpe,  sin orden ni concierto, uno a uno sus nombres, porque cada uno tiene su espacio, su hueco:  Octavio, Maribel,  Javier,  José Ramón, Óscar, Ada, Amador,  Berta,  Rosa Mari, Jacobo,  Eva, Gloria, Néstor, María, María Ángel, Montse, José Luís, Laury, Manolo, Chon, Pedro, Angelines, Silvia, Pablo, Rosa, Raquel, Rose, Soledad, Víctor, Amelia,  Amparo,  Miguel, José Manuel, Alfredo, Andrés, Paco, Pascual,  Olaya,  Juan Carlos,  Felipe, Joan,  Marta, Carmen,  Jorge,  Eduardo, Manuel, Miguel, Jesús, Sergio,  Adolfo,  Inma, Mari,  Yolanda, Carles Miquél, Raquel, Ángeles, Miki,  María José, Otilia, Carla, Carolina, Natalia, Nacho, Nieves, Esther, Julián, Octavio, Luisa, Diego,  Felipe, Agustín, Enrique, Eloy, Begoña, Francisco, José Mari, Federico, Daniel, Iván,  Juan,  Justo, Lola, Raúl, José Ángel, Alberto...   Alberto Sancho, ahora pluriempleado, pero que un  día tuvo todo el tiempo del mundo para compartir inolvidables charlas y vinilos extraordinarios, en su cuarto abuhardillado.

Pienso en mis amigos primeros, en Fernando Berdún y Juan Carlos Escalona, en Carmelo Zubieta, Ángel Sancho, Joaquín Colás, David Barceló...   y otro más, perdido para siempre y del que sólo he conservado su nombre y apellidos, porque el rostro se ha borrado:  Jesús Anguita Nieves.   Pienso en Guillermo Gúdel, uno de mis  amigos mayores, que publicó  hace ya más de treinta años unos  artículos que hablaban de un joven poeta empeñado en zafarse del silencio.  Pienso en Luciano Gracia Bailo (Lucianico) que me dio alguna clase de poesía y muchas más de vida;  en Emilio (Gastón Sanz), que se bajó del tren a tiempo, para seguir su trayecto en solitario y poder seguir soñando con panes,  estrellas y utopías tiernas...    Pienso en Fernando Malo, que construyó con barro bondad y talento una vida sólida, en cimiento y  conocimiento; en José Luis Lasala y Angelines que siempre estuvieron ahí, a la otra orilla del Gállego y ahora los siento lejos, río abajo, rodeados de hijas y nietos.   

Pienso en la herida abierta de Antonio Romé y en la  herencia viva de sus hijos, de su lucha y de su ejemplo;  pienso en José Antonio Rey del Corral y escucho su voz clamando justicia, hilvanando proyectos;  en Rafa Marijuán, que convivió conmigo un año que fue media vida,  y que ahora vive rodeado de mujeres, encerrado en un extraño taller dedicado al viejo y hermoso oficio de construir clavicémbalos.  Pienso en Manu Guerrero y nuestras afinidades compartidas;  en Paco Martín de Borja, que me contó la vida en una noche y la perdió en un minuto;  en Pilar García de la Orden, que fue hasta hace unos meses toda alegría, descaro e ingenio;  en Julio que le puso luz a la tristeza y al Four Rosses mucho hielo;  en Mikel Herzog que en noches interminables de rumiar en voz alta sus proyectos, soñaba con llegar, y llegó tan lejos que ya no le vemos. En Eduardo que se bebió conmigo las noches más tristes y alguna botella de Dyc. 

Pienso en Leopoldo (Polo) siempre vivo  y le releo llorando; en  Manolo, mi primo-amigo,  mi amigo-primico; en Sergio que se quedó dormido y ya no ha despertado; en Jorge Barco que me acompaña de farra virtual por las noches de Salamanca, sin salir de casa; en Ricardo que ahora, por fin,  está muy contento con un disco que le dará energía suficiente para salir de sí mismo y chuparse todos los kilómetros; en Antonio Huerta que siempre está sin que se le vea y que acaba de regalarme un pedacico de amistad en un poema. Pienso en Paco Grasa: En la voz dulce y  tranquila que cruza mi teléfono y se adhiere a las páginas; en Carlos Castán  y el frío que apaga cuando tiende su mano. Pienso en esa extraordinaria mujer solidaria que se llama Carmen Serna y que estos días, casi sin fuerzas, sigue luchando 
en silencio por salir adelante. Pienso en Jesús, sigo pensando en él, siempre apasionado, debatiéndose innecesariamente entre el amor y el odio: Le veo trabajando en silencio, estudiando, haciendo las interminables faenas de la casa, poniendo cuidadosamente todos los ingredientes para digerir mejor cada jornada y evitar molestias digestivas.  Pienso en él y le veo paseando despacito, meditabundo,  por el casco viejo, tranquilo de Cuenca: Una ciudad a la que ama todavía más que yo y por la que le veo perderse -ojalá que no para siempre-, irremediablemente en la distancia.

                                

Antonio Pérez Morte   (Sabiñánigo, de Mayo de 2009)

Noche tras noche

Noche tras noche

Se nos ha hecho tarde.   Pasó el tiempo en un descuido a lo traidor y  quedamos allí, atrapados entre los agarrotados brazos de un sueño inútil. El tiempo, que jamás se detiene,  nos fue arrancando con nocturnidad y alevosía  los salteados fragmentos de un guión, que muy despacio,  habíamos  hilvanado para ti y para mi, para nosotros:  Escrito a pedacitos de noche y esperanza.   Entre dos cuerpos,  un guión para nada,  para  verlo al fin reducido a soliloquio.  Monólogo absurdo y monocorde. Salmo estéril,  fragmentado.    Letanía rota contra el dolor inolvidable.   Oración que nunca más olvidaríamos rezar, noche tras noche.       

Enamorado

Enamorado

Enamorado de la vida,
divorciado de la muerte.

 

Tu recuerdo me asalta a cada paso (Para Antonio)

Tu recuerdo  me asalta a cada paso     (Para Antonio)

Tu recuerdo me asalta a cada paso, se trenza con los hilos invisibles que nos mueven al llanto o a la risa, a veces sin saber por qué motivo.  Te reencuentro, de golpe, por sorpresa, al leer un texto o escuchar una noticia, al devorar los canelones que Ana nos cocina con mimo y espinacas, al cortar jamón, al tomarme un vasico de Bordejé o un vermouth casero y rojo. Otras veces reapareces con un sorbo de sidra, al masticar una chuchería de plátano, al leer un poema de Jorge Luis Borges, Miguel Labordeta, Octavio Paz o Jorge Riechmann; al escuchar una canción, en mitad de una película. Cuando escucho a Silvio o Víctor Jara, cuando rumio a Vicente Romero, Raúl del Pozo o Martín Prieto, cuando veo a Julio Anguita y pienso en el compromiso, los derechos humanos, la precarización del trabajo, la desigualdad social, los niños soldado, las minas anti-persona, la prostitución infantil; el tráfico de armas, de órganos y drogas; el terrorismo, la globalización, la capa de ozono, la inmigración, la violencia machista, el Sáhara, Palestina, Irak, Afganistán, la manipulación informativa, el bipartidismo, la insolidaria política internacional, la agricultura, la recesión, el precio del pan y la gasolina...

Cuando todo esto pasa por mi cabeza, cuando inexplicablemente sigue pasando, como si pasase aquí a mi lado, siento el peso de tu mano sobre el hombro y sigo caminando solo, en compañía. ¡Tu recuerdo me asalta a cada paso! 

Antonio Pérez Morte

En pañales.

En pañales.

Había que cerrar un año y abrir otro.   Había que perderse por los altos de mi pueblo.  Había que darse los besos, los regalos, había que ir al cementerio.   Había que comprar en los bazares y ocupar las húmedas camas del invierno,  había que jugar con marionetas y volver a contar el mismo cuento.  Había que estrechar a los amigos perdidos y ensanchados por el tiempo y mojarse a cuerpo por la lluvia y secarse a cuerpo por el cierzo.  Había que arriesgarse en Zaragoza, con  las cartas urgentes del deseo y ver  a los Magos de Oriente, cruzar Independencia rumbo al Ebro.  Había que hacer lo que se hizo.  Enterrado queda un año muerto... En pañales, todavía, anda el nuevo.

FELIZ 2009

FELIZ 2009

 

FELiZ  2009

 

Fotografías Veladas (Para Antón)

Fotografías Veladas  (Para Antón)

Llevamos tiempo pisándonos los talones.  A menudo llego a lugares donde él ha estado: Una librería, una cafetería, una casa, un amigo...

A menudo llego a amigos donde también Antón ha llegado.   Llego a amigos en los que él se ha quedado para siempre y hablamos  de  sus  cosas que, casi siempre, son también  nuestras cosas. Las cosas que importan: La familia, los hijos,  los libros, el arte, y sobre todo la vida, la vida burbujeante que bulle en todo cuanto toca,  en todo cuanto escribe, en todo cuanto dice, en todo cuanto calla...        

Hace un par de semanas volvimos a las andadas y nos seguimos el rastro:  Hoy no, me quedaré aquí en el Serrablo, trabajando, pensando en mi amigo gallego-aragonés que esta tarde a las ocho presenta su libro, en la libréría Cálamo de Zeta, y tendré envidia, mucha envidia de David, de León, de Paco...    Sentiré la rabia adentro, como un golpe de mar sobre mi pecho.  Esperaré a mañana para vislumbrar sus eternos amores y fantasmas en un puñado de Fotografías Veladas.  

Miquél Barceló

Miquél Barceló

Esta casa-página siempre tuvo un enlace-puerta,  abierta al paisaje íntimo del hombre solidario, a su esencia.   Por ella y por sus ventanas, nos asomamos al camino para verlo avanzar,  fundirse con la naturaleza, confundirse con ella.   Nos hemos quedado de piedra muchas veces:  Hemos visto crecer panes y peces entre el barro y aún así, no todos creyeron el milagro. 

Le vimos partir del sur, orientarse sin brújula.  Mirar al norte sin confianza y aún así seguir,  caminando paso a paso, contemplándolo todo con ojos de niño asombrado, del niño que juega con colores para redescubrir el mar del firmamento. Un firmamento por el que navegan los deseos y de vez en cuando, te ahogan los sueños...

Antonio Pérez Morte

Sabiñánigo,  Noviembre de 2008

       

FRANCO HA MUERTO

FRANCO HA MUERTO

 

 

Mañana vuelve a ser veinte de noviembre:  ¡Garzón ya sabe que Franco ha muerto!   Yo, que me creía despistado, me enteré hace treinta y tres años.

Teoría de la Relatividad (A. Pérez Morte)

Teoría de la Relatividad  (A. Pérez Morte)

Depende.

Carta a Pilar García de la Orden (Antonio Pérez Morte)

Carta a Pilar García de la Orden   (Antonio Pérez Morte)

Querida Pili sé que a donde vas el tiempo sobra y  el  dolor  deja de ser un lastre asido a nuestro cuerpo.    Desde allí, estoy seguro, seguirás  contemplando a tus hijos y a tus nietos cuando vengan,  que vendrán  para escuchar las historias surrealistas de una abuela divertida, eternamente joven,  políticamente incorrecta, que se fué un día por sorpresa para tomarse un cafecico en el cielo o el infierno, que como dijimos tantas veces quizá sea menos relajado, pero con toda probabilidad más divertido. Tienes una eternidad aún no estrenada,  para continuar tu vuelo libre sin complejos y contagiar a los demás tu vitalidad y tu alegría, tu sentido del humor, tu amor sincero.  Tienes tiempo, todo el tiempo,  aquél que yo busqué para hilvanar palabras y construir versos:  Te prometí un poema  es verdad,  firmé un contrato sin más valor que el de mi propia voluntad y nuestro afecto.  Lo recuerdo, recordaré siempre esa tarde grapada con amor a otros recuerdos.  Hemos compartido tantas, tantas cosas, buenas y malas, que no pude atraparlas (ahora dirías tú, socarronamente: ¡eso se llama impotencia!) en el espacio en blanco, en el silencio, y parí un texto gris, sin vida, como un niño muerto,  por eso te juré y te perjuré, cada vez que tú lo reclamabas,  que estaba escrito, que ya lo había hecho, y era verdad, como casi todo lo había trenzado con demasiado dolor inútil.  No era eso lo que yo quería para ti.  No era eso lo que tú  hubieses querido para mí,  por eso ayer cuando me dijeron que habías salido deprisa para no volver (te imaginé  con la discografía completa de Bosé en el fondo transparente de un imaginario equipaje),  rasgué con energía ese texto oscuro, incorregible, con la caligrafía roja de nuestras compartidas vivencias y las arrojé definitivamente a la papelera: ¡A ver si eres capaz de volver para reclamar mi deuda publicamente!  ¡A ver si vuelves, por favor, para darme novedades y hablarme de tantas cosas "lindas de cojones", porque sin ti nada va ser lo mismo!  "¡Hostia, que daño! "                        

El comienzo de un largo viaje (Vicente Pascual)

El comienzo de un largo viaje (Vicente Pascual)

Descubrí la personalísima, sugerente, sorprendente y evocadora pintura de Vicente Pascual a comienzos de los ochenta. Luego conocí al hombre, al hombre bueno y generoso que se introducía en mi estudio de madrugada para traerme en el cuerpo blanco de un e-maíl las palabras de esperanza y de sosiego que en ese momento necesitaba.  Más tarde, al final,  casi al final de todo, encontré una noche que él convirtió en día, al humilde y sabio poeta que hilvanaba los versos más profundos y sencillos.   Aquí, en la bandeja de entrada del correo electrónico guardo algún que otro sueño,  junto a una cita postergada para siempre. Sin embargo, por suerte no existe ni un sólo "elemento eliminado", todos ellos nos permitirán sentir a Vicente  cerca, ahora que, inevitablemente, se nos ha ido en silencio, discretamente como siempre, sin hacer ruido, para iniciar en solitario "el comienzo de un largo viaje" que como su obra, no acabará nunca.    

La semana del agua.

La semana del agua.

Esta ha sido la semana del agua. Hemos intentado reducir la ingesta de refrescos. De cualquier forma, siempre mejor un zumo o una horchata que tanta bebida burbujeante, aunque de vez en cuando esté bien, muy bien, un tinto de verano, que además siempre te ofrece la nunca despreciable coartada de pedirlo con Casera. Yo bebo mucho, deprisa, de todo, sólo hay una bebida que no soporto, el bitter, me desagrada y me revuelve el estómago. Lo de un antepasado mío era mucho peor: Cuando algún familiar, amigo o conocido le ofrecía agua, solía contestar: "¿Agua? ¡No, no me he asustado!   Yo sí, la bebo, ya digo, en abundancia y ayer en compañía de mi hijo pequeño, ingerimos las dos superdosis que nos regaló la 2 de Televisión Española, sin más interrupciones que sus preguntas y comentarios: "¿Papá, a que está bien lo de la Expo?" "Al que la inventó le darían un buen premio ¿no?"  "¿Papá, Eduardo Martínez de Pisón es el de los libros de tu estudio?" "¡Mira, mira, que sale otra vez Pedro Arrojo! ¡Cuando vayamos veremos todas las cosas de Odón de Buen y te podrás comprar los libros que te falten!  ¡Igual los tienen donde el acuario, como a él le gustaban tanto los peces!  ¿Estarán..?    Le contesto con una absurda y autohiriente ironía  (que el crío no merece ni percibe) que sí, que seguro que estará todo allí junto a lo de Joaquín Costa, en la tienda, al lado de los llaveritos, pins y piruletas de Fluvi, entre la música atronadora de la Década Prodigiosa.  "¡Ah, si, los que no dejaban escuchar a Petisme!" "Oye papá, pero Odón de Buen no cantaba."     

De poetas y profetas

De poetas y profetas

Vecina (mirando al cielo) :                  ¿Lloverá,  señora  María?
Señora María (mirando a la vecina):  ¡No lo sé  hija mía!  ¡No soy poeta!
    

Los amigos también cumplen años.

Los amigos también cumplen años.

El lunes me hubiese gustado comenzar la semana en Zuera, en plenas Fiestas de San Licer: En casa de mi cuñado Eloy, compartiendo unas copas de orujo o Jack Danields con mucho hielo,  para celebrar su cumpleaños.   Podía haberlo celebrado también con una porción de tarta de Santiago y unos versos en gallego, en compañía de Antón Castro, mi amigo "el calvo de Aragón Televisión", que también lo celebraba ese mismo día.  Por seguir la fiesta habríamos empalmado la noche en una interminable y apasionada conversación, junto al diablo bueno Ángel Guinda (que acaba de llegar a los "cincuenta y diez"), hablando de la hermosa colección de bocetos que Santiago Arranz expone en el Castillo de Larrés y para la que todavía nos queda tiempo, ese tiempo que faltó para la copa, los versos, la tarta, la charla o simplemente un correo con palabras hinchadas de afecto, como estos globos de colores que hoy cuelgo aquí, con un poco de retraso,  junto a un puñado de abrazos y besos.  ¡Os quiero, viejos!    

¡P´alante! (Cómo dice el tío Ángel)

¡P´alante! (Cómo dice el tío Ángel)

Día intenso y cálido tras una semana vacía y fría, con el temible aviso de la puta ansiedad: No, no voy a hacerle caso por mucho que se empeñe. No va a conseguir vencerme una vez más.  No le servirá de nada.  Continuaré así, sin bajar la guardia, luchando contra esta repugnante terrorista que dispara siempre por sorpresa y por la espalda, mientras uno sólo pretende cumplir su cometido... No le servirá mostrarme tanto sufrimiento inútil, porque siempre tendré cerca el bálsamo natural de la sonrisa de un niño; tampoco lo logrará recreándose en la intransigencia y la violencia, porque mi corazón late con el latido esperanzado y solidario de quienes dedican su vida a los demás. No podrá aunque haya perdido, para siempre, en el camino, a dos irreemplazables amigos más.  No, no podrá porque nunca le será posible arrebatarme mi amor  por ellos ni sus recuerdos. No lo hará. Venceré sus maquiavélicas estrategias porque yo también tengo las mías: Sé cómo abrir las puertas que se cierran y lo que debo decir cada vez que me llaman. Porque sé sonreir y andar erguido, acabaré con con esta bicha asquerosa que pretende quedarse a vivir en mi estómago y en mi cabeza. No podrá, tengo recursos contra ella: Una familia y amigos que me quieren y a los que quiero; lectores que me reclaman libros nuevos y agotados...  Porque todavía me quedan muchos cuadros por contemplar y música y lectura para disfrutar acompañado o en silencio.  Porque tengo ilusión, esperanza y proyectos para sumar a los activos contables cotidianos y cuadrar al final las columnas vertebrales de mi vida.  Ayer las reforcé en casa de Lola Clemente y Paco Romero (las dos familias al completo) con una paella llena de "bichos", anécdotas y afecto, y después en el parque de Jaca, con una argamasa consistente, elaborada con besos, estrujones, abrazos, canciones y palabras amigas de Ángel Petisme y Miki, de Carlos Castán, de Héctor Lera y Suso Sáiz.  Mi hijo Juan  les engañó con su carita de no haber roto nunca un plato y les entregó esas "pasticas" de  Sabiñánigo que tanto le gustan:  Hoy cambiaremos de música. Escucharemos al tío Ángel. ¡Otro día ya volveremos a Amaral!                

Cáncer de Pulmón

Cáncer de Pulmón

Hace tiempo que  quería escribir, relajadamente en la madrugada, un canto a la naturaleza, que a estas horas, todavía arde sin tregua en los montes de Zufaria. Me gustaría haberlo hecho, pero no pudo ser, como tantas otras veces, el proyecto duerme en este estudio, repleto de libros, discos y poemas, junto a un hermoso ejemplar de "Biografía de un paisaje" de José Manuel Villar Marcén.   José Manuel nos hizo hace poco más de un año ese extraordinario regalo a todos los zufarienses:  Por sus páginas repletas de buena fotografía viajo algunas noches acompañado de mi hijo pequeño y redescubro y le descubro alguno de los rincones más felices de mi infancia. Lugares hermosos, idealizados en el recuerdo, con nombres sonoros, peculiares, como de cuento...  Lugares a los que volvemos a través de un texto ágil, ameno y directo, para adentrarnos en un entorno natural, que quizá no valoramos en exceso quienes lo tuvimos o lo tienen, todavía, tan cerca.  En esos montes dejó Domingo Esteban parte de su cansado corazón y el rastro de una vida ejemplar;  de ellos nos habló Martín Esteban con conocimiento profundo y con vehemencia;  bajo su sombra pasamos las mañanas de muchos festivos y domingos en familia, y alguna noche, por fortuna, lejos de ella.  A ese gran pulmón de Zaragoza acudimos casi siempre con emoción, y alguna vez también, con miedo.  

Tendrán que volver la vista hacia él nuestras instituciones, para valorarlo como merece, para mimarlo, y para que no se nos siga muriendo en el abandono, porque no hay cáncer peor que el de la incompetencia ni metástasis más rápida que la de la desidia.
 
 

Antonio Pérez Morte 

Sabiñánigo, 7 de Agosto de 2008   

Treinta y dos (Recuerdo de Cecilia)

Treinta y dos  (Recuerdo de Cecilia)

Treinta y dos años han pasado: Treinta y dos. Treinta y dos borrados cumpleaños sin ti a nuestro lado: Treinta y dos. Treinta y dos años despertando tu voz casi a diario: Treinta y dos.   Treinta y dos años de añorarte.  Treinta y dos años alejándome de aquella adolescencia herida en la que me quedé cuando marchaste.   ¡Ya ves cómo pasa el tiempo!  ¡Hoy soy más viejo, veinte años más viejo que tú!   Sin embargo sigues poniendo la banda sonora a esta, por fin, sosegada madurez desde la que te contemplo, como siempre, eternamente joven, eternamente dulce, eternamente tierna!
   
       

Hoy que empieza agosto

Hoy que empieza agosto

Hoy que empieza agosto, tú acabas. Este viernes cálido y luminoso, se apaga sin ti, se queda frío. Hoy que pudo ser la víspera de casi todo, si hubieses seguido aquí a nuestro lado atrapando deseos, pariendo versos tiernos como tu corazón, frágiles como tu voz.    Versos que siempre nos regalaste sin prisa, con afecto; pero te vas, te vas, te nos has ido yendo durante siete largas semanas, de a poquito y en silencio.  En él nos hemos quedado, Polo, como aletargados, recordándote: quietos, callados, medio muertos.  ¡Hasta siempre, amigo! ¡Gracias por haberte cruzado en medio de este camino largo, árido y pedregoso, gracias por haber compartido con nosotros las palabras más tuyas y los sueños!