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Antonio Pérez Morte

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EL MARTIRIO DEL OBESO (A. PÉREZ MORTE)

EL MARTIRIO DEL OBESO    (A.  PÉREZ MORTE)

La cultura es mi refugio (A. Pérez Morte)

La cultura es mi refugio (A. Pérez Morte)

 

La cultura es mi refugio, lo poco que me salva de la vorágine cotidiana, el último rincón donde me aíslo de la actualidad política, de la intoxicación periodística, de la desinformación. Llevo años intentando ponerme a salvo de los conspiradores de uno y otro signo y si me acerco a ellos, rascándome el bolsillo, es única y exclusivamente para hacerme con esas pocas páginas en las que se habla de las letras y la música, del cine y el teatro, de la escultura y la pintura, y en las cuales, quizá con menos éxito, también intentan meter sus sucias zarpas.

No necesito, para nada a quienes erigiéndose en únicos portadores de  verdades absolutas, pugnan y conspiran por captar nuestra atención y mantenernos desinformados minuto a minuto con su bombardeo de triquiñuelas, mentiras y patrañas.   Los gobiernos siempre hacen lo que prometieron que no harían, a cambio de olvidarse las promesas;  y  la macroeconomía  hiere a la democracia real y colectiva,  en lugar de ser ésta la que reforme una política económica capitalista ineficaz e injusta. 

Los censores de otras épocas, los banqueros y políticos que nos robaron a manos llenas, se suben juntos a la noria, para bajar, del brazo, en el mismo lugar en  que ascendieron.  Es la feria de la noche permanente,  para quienes al fin sabemos que  ya  no podemos creer en nadie, ni siquiera en los jueces de tribunales supremos.

Nos llaman reaccionarios porque aprendimos a pasar de partidos y sindicatos, de tele-predicadores y medios, y porque una vez que nos lo han robado casi todo,  no estamos dispuestos a darles la razón  ni nuestro tiempo. 

Los sindicatos, como siempre, vuelven a llamar a la calle, mientras aplican la reforma laboral a sus propios trabajadores; otros reclaman, como si tuviesen amnesia, aquello que no fueron capaces de realizar durante su larga gestión.  El Gobierno  se escuda en la herencia recibida, transformándola en un cheque en blanco, construyendo a placer, en solitario, su hoja de ruta.  Yo quiero huir, seguir huyendo,  y permanecer aislado de escándalos y alegrías, de alegrías y escándalos, en el triste espectáculo de una alternancia vergonzosa e inmoral.  Me voy a escuchar a Carlos Cano, a Labordeta…  

Después de la broma maya

Después de la broma maya

      Aquí estamos después de la broma maya, sin desaparecer.   Aquí lo único que se esfuma después de tantas navidades con Magia Borrás es el poder adquisitivo, la liquidez, los derechos fundamentales y la extra de los funcionarios. La cosa se ha puesto tan fea que  ya  nadie saca  el Monopoly sino  es  en  privado. La crisis, con malas artes se lleva la ciencia y la cultura junto a la memoria  de  los  culpables y de los plumillas  que todavía les apoyan.   La amnesia se llama  unos días Rubalcaba  y otros Aznar o Rodrigo Rato.  Sólo hay un Quijote de ficción, un quijote alucinado, rodeado de fantasmas por todos lados que se llama Mariano Rajoy. Rajoy, que querría ir de Rey Mago con las sacas llenas de ilusión, arrastra en ellas el lastre del pasado y las dudas e improvisaciones del porvenir.  En eso, su antecesor fue un gran maestro:  Zapatero sabía nadar y guardar la ropa, sabía aparecer y desaparecer en el momento idóneo, como decía mi querido Labordeta: “Ni sí, ni no, sino todo lo contrario...”

    Rajoy sólo tiene la barba de Gaspar y la terca, argumentada oposición de Llamazares.  Rajoy es pelirrojo y si suavizase un poco el gesto, podría pasar lo mismo por socialdemócrata que por demócrata cristiano. Rajoy es en manos de la Merkel un muñeco, un muñeco que quisiera estar de vuelta, como lo están las muñecas de Famosa.  Las muñecas de Famosa, que vuelven cada vez más cojas, camino del portal, para ofrecer al niño su cariño y su amistad…

Y Jesús en el pesebre, busca la mula y el buey,
la estrella y los reyes de años anteriores…
y se va de manifa con los mejores Pastores.

Antonio Pérez Morte

Pido perdón: ¡Yo también leí "El País"! (Antonio Pérez Morte)

Pido  perdón:      ¡Yo también leí "El País"!            (Antonio Pérez Morte)

A finales de los setenta yo también leía El País cada día. Siempre me ha gustado ese columnismo sólido y potente que es capaz de comprimir en unos pocos módulos una historia que te hubiese gustado firmar a renglón seguido. Este periódico nos parecía un pionero en eso y lo fue, si bien la línea editorial fue perdiendo fuerza a medida que el PSOE se derechizaba y PRISA asumía compromisos con el gobierno de Felipe González. Quienes profesional o vocacionalmente, como colaboradores o lectores, accedimos por vez primera a sus páginas, creímos asistir a una aparente revolución y democratización de la prensa escrita. Luego vimos que no, que de eso nada de nada; y por si quedaba algún resquicio para la duda, la mano negra de Hachuel y la ONCE, le hicieron el favor a Alfonso Guerra de cerrar El Independiente. Dejé de leer El País, como lo hizo Jorge Riechmann, cuando me dí cuenta de que aquel no era mi periódico sino el de Felipe y Cebrián y a veces, también el de una renovada Maruja Torres, que echaba víboras por la boca cuando escribía de alguien, por ejemplo Pepa Flores, que osaba rebasar las lindes del estrecho pasillo socialdemócrata. La Guerra del Golfo llegó (guardo todavía en mi casa de Zuera todos los ejemplares de esos días) y con ella, la vergüenza de haber sido, en su día, suscriptor de El País. Sánchez- Harguindey me agradeció cariñosamente dos “maravillosos trabajos, excelentemente documentados” que no verían nunca la luz por motivos de oportunidad y espacio.

Maruja Torres, una de las voces más complacientes con el poder de aquellos años, vuelve ahora (a la vejez viruela) disfrazada de eterna inconformista, arengando a los más jóvenes y yo tengo miedo: Aún recuerdo cuando en su Charla de la Expo, nos invitó a no tirar de la cadena, si sólo hacemos “aguas menores”.
Antonio Pérez Morte

Somos pobres pero tenemos logo (Antonio Pérez Morte)

Somos pobres pero tenemos logo    (Antonio Pérez Morte)

Era previsible en un territorio como este, de gentes ordenadas, comprensivas, resignadas: Los "recortes" tenían que llegar, incluso por orden alfabético, antes que los rescates y así lo hicieron. Nuestra actitud serviría de ejemplo para las demás Comunidades. Algún iluminado de esos que siempre abundan en los gobiernos de turno, propuso la brillante idea de actualizar el logo a la nueva situación y se pusieron a ello a toda prisa. Había poco qué discurrir porque aunque el territorio era pequeñito, las aspiraciones de los políticos, eran tan grandes como su torpeza: LETRA MAYÚSCULA. Quisieron hacer algo original con los colores de nuestra bandera y no lograron sino visualizar con la degradación cromática, esa otra degradación que la incompetencia y la mala gestión nos dejaron como herencia. Para completar el diseño los rombos, los viejos rombos de la censura acotándolo todo... Ah! y la tílde, esa tílde como una peineta acentúando el cazurrismo de esa Á de Aragón, más chula que un ocho.

Antonio Pérez Morte

La dictadura de la inmediatez (Pablo Urbiola)

La dictadura de la inmediatez   (Pablo Urbiola)

Los medios de comunicación se han empeñado en narrarnos la actualidad en riguroso directo a través de las redes sociales: el “minuto a minuto” de la reciente huelga del Metro de Madrid, los dimes y diretes del debate sobre el estado de la región o las fotografías de las primeras inundaciones veraniegas. Todo tiene que ser contado en el preciso instante en que está ocurriendo. Y no conformes con hacerlo a través de Twitter, donde los mensajes de unos y otros se mezclan en una marea de constante actualización, algunos diarios como El País han abierto redes sociales propias donde sus periodistas nos informan de los últimos hallazgos informativos al mismo tiempo que ellos los van conociendo.

A esta moda, que prima la inmediatez sobre cualquier otra cualidad, se han sumado con fervor empresas, partidos políticos, organizaciones sociales y cualquier otro sujeto interesado en difundir sus mensajes. ‘Tuitean’ para mantenernos al corriente de su actividad en “riguroso directo”, dos palabras sagradas en esta nueva dictadura de lo inmediato.

Unos días atrás, mientras en Rioja2.com seguíamos en directo el debate sobre el estado de la región a través de Twitter, me preguntaba cuántos internautas estarían siguiendo nuestros comentarios. ¿Cuántas personas tienen tiempo, capacidad o ganas de pegarse a una pantalla para no perder detalle de lo que está ocurriendo? Desde luego, muchas menos de las que prefieren leer un resumen horas después, con la información seleccionada y jerarquizada, resultado del trabajo periodístico. A veces, quienes ensalzan las redes sociales y las señalan como camino de futuro para el periodismo, olvidan el valor del tiempo como bien escaso y la pequeñísima fracción de este que los ciudadanos están dispuestos a dedicar a informarse.

No se si Twitter será una moda pasajera o permanecerá en el futuro como red de masas, pero me aterra la cultura de la inmediatez, el exhibicionismo y el culto al protagonismo que está implantando a golpe de ‘tuit’. Nos estamos obsesionando con recibir continuamente información (relevante o no), vivir conectados con cientos de personas a las que apenas conocemos y presumir en la red de nuestra apasionante actividad vital. La cuestión a debatir no es si nuestros ‘tuits’ interesan o no a los demás, sino si nuestra felicidad aumenta o disminuye viviendo enganchados a una pantalla en la que nunca dejan de aparecer caras con sus 140 caracteres. Mensajes inmediatos, que caducan en segundos y que nos roban tiempo de otras muchas actividades; porque todos los minutos que dedicamos a conectarnos con la inmediatez se los quitamos, por ejemplo, a la lectura de un libro (sin caras) que no caduca. ¿No estaremos siendo prisioneros de una nueva dictadura de lo inmediato, una cárcel de la que no escapamos por miedo a ser los únicos fuera de ella?

Pablo Urbiola 

312 (Para Rafa Gargallo)

312             (Para Rafa Gargallo)

Lo sabes. Lo intuyes. Lo notas. No hace falta decir nada. En el silencio de los hospitales, los gestos son más importantes.  Una mueca de dolor es siempre una mueca de dolor, por más que el paciente disimule e intente disfrazarla, permanecer inmóvil.  Aquí, se ve crecer la sed, blanquecina, sobre los labios amoratados y secos después de la anestesia.  

Aquí la sangre es vida, muerte y vida más que metáfora y en los pasillos el ir y venir de médicos, celadores, auxiliares y enfermeras, coincide a veces también, con el ajetreo de las visitas y los familiares que intentan traer algo de luz a estas habitaciones lugubres donde los tubos, las gomas, los goteros, las vías, las tolvas y las sondas.   Aquí todo huele a fiebre y a lejía, a antisépticos y verdura hervida. Todo parece seguro, controlado,  hasta que llega otra nueva bolsa que cuelga sobre ti como una duda y el reloj vuelve a mover el segundero con el discurrir de cada gota. 

Puedes abandonar momentáneamente la habitación en la que intentas gastar bromas para levantar el ánimo a tres hombres con su equipaje de orines, e ir a por fruta o a por agua, o a deglutir, en la cafetería, un bocadillo de tomate con jamón a toda prisa:  Sin embargo sigues ahí, conectado tres plantas más arriba, donde la respiración sólo es un síntoma más de la fatiga. 

Lo sabes. Lo intuyes. Lo notas. No hace falta decir nada.  Cuando el día acaba y es hora de irse: Te dejo todo a tu alcance (los mandos, el móvil...) y me señalas, el vaso blanco de plástico, para verter en él la última dósis de agua de este larguísimo día. 

Antonio Pérez Morte

  

La eterna vergüenza de la Macrocárcel de Zuera (Antonio Pérez Morte)

La eterna vergüenza de la Macrocárcel de Zuera   (Antonio Pérez Morte)

La macrocárcel de Zuera, concebida, edificada y puesta en marcha, en contra de los colectivos sociales, ciudadanos y políticos (con la excepción del PSOE) acaba de alcanzar un nuevo record: el de ocupación.  El Centro, destinado en su día para albergar a 1011 reclusos, acoge en la actualidad a un total de 1827 personas y en su seno han fallecido, durante los últimos años, varios internos, por causas todavía no esclarecidas.  La secretaria general de Instituciones Penitenciarias Mercedes Gallizo, sin embargo parece sentirse orgullosa de su gestión y de los logros alcanzados.   Además, asegura, el número de personas presas ha descendido considerablemente desde que ella llegó al cargo.

Con todo respeto hacia la señora Gallizo, me atrevo a preguntarle si no será que lo que realmente ha cambiado es su punto de vista:   Si realmente tuviese que cumplir el programa de política penitenciaria con el que accedió al cargo, a partir de ya mismo debería encontrar alojamiento a esos setecientos dieciséis reclusos "excedentes"  que conviven en regimen de hacinamiento en la cárcel más saturada de España.  Servidor, después de tantos años, vuelve a encontrar en este tema, más, muchos más motivos de vergüenza que de orgullo.             

Viñeta (José Luis Cano)

Viñeta     (José Luis Cano)

X Edición de la Marcha contra la Macrocárcel de Zuera

X Edición de la Marcha contra la Macrocárcel de Zuera

El diez de abril del 2011 se celebrará la X Décima edición de la Marcha contra la Macrocárcel de Zuera (Zaragoza). Un hecho que produce cierto vértigo a quienes nos opusimos a este proyecto desde los años previos a su construcción.  

El paso del tiempo y un análisis objetivo de la función social desempeñada por el centro,  deberían ayudarnos a mirar con otros ojos el futuro del Sistema Penitenciario en nuestro país.  

Después de diez años, vuelven a aflorar recuerdos (sobre todo de tantos amigos perdidos en el trayecto), reivindicaciones y dudas sobre el futuro de los más desfavorecidos.  

Ojalá una política de reeducación, ahora inexistente, consiguiese acabar con esta marcha.   Ojalá la ilusión y el compromiso de los más jóvenes fuese el motor para abrir el debate definitivo. 

Ojalá las cosas cambiasen tanto como para que quienes se acercasen, a partir de ahora, al difícil y duro mundo de quienes han sido privados de su libertad, lo hiciesen por amor y compromiso social y no como ha ocurrido otras veces, para ganar puntos en el partido o iniciar el camino hacia la poltrona de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias.

Antonio Pérez Morte  

 

Retrato de Eva Almunia (Antonio Pérez Morte)

Retrato de Eva Almunia        (Antonio Pérez Morte)

Viéndola así, a lo garçón uno se relaja, quizá, entre otras cosas,  porque piensa que una candidata  con  esta  estética  y  esta sobriedad,   pueda  traer en su cartera, entre sus planes algo serio,  interesante, algo importante y que vaya más al fondo, más allá de ese discurso absurdo y pretendidamente equilibrado entre los géneros, pero absolutamente cargante para el ciudadano, que pierde “el oremus” durante las peroratas de los miembros y miembras de un progresismo mal entendido, que con frecuencia se queda anclado en lo superfluo y en lo anecdótico. 

Viéndola así, sencilla, pulcra, con el pelo recogido, las gafitas y esa media sonrisa, me recuerda a alguien, alguien cercano no se a quién: ¡Quizá a la señorita de alguno de mis hijos!  ¡Debe de ser eso! ¡Eva viene de la enseñanza desde hace mucho tiempo, de ahí su forma de hablar clara y directa y su tono de voz, algo monjil!   ¡Quítale el traje de pantalón y ponle una bata!   ¡Sí, venga, como en aquellos recortables de los sesenta...!

¿Ya está?  ¿Ya la tienes?   ¡Mírala!  Ahora Eva,  Eva  Almunia es la profesora más dulce!   ¿O quizá no?  Quizá sólo la alumna aventajada de D.Marcelino, que promete seguir así, formalita, con los brazos cruzados.  Como cuando era niña y le preguntaban : ¿Cómo estarás en el colegio, Eva?              

 

El 23-F, la tristeza y la exquisita elegancia de Eduardo Boix

El 23-F,  la tristeza y la exquisita elegancia de Eduardo Boix

No he querido tocar una coma de las líneas que el ilicitano Eduardo Boix ha colgado hoy en su muro de Facebook. Quiero que el texto llegue al lector tal y como fue escrito, aunque, a buen seguro, ni siquiera así éste consiga sospechar que  Boix pueda ser miembro de la Agrupación Local del PSOE de Elx y que contase el día del golpe la tierna edad de diez meses.

"Hace treinta años nos intentaron llevar a la oscuridad de nuevo.  Los españoles mostraron valentía.  Sí, fueron muy valientes.  Se quedaron en casa esperando a ver que pasaba.  No pasó nada.  Fue el inicio de muchas cosas y el fin de otras.  Y como siempre en parte lo tomamos a chufla.  Todavía recuerdo los porrones con pinta de Tejero que el vino salía de un pitorro con forma de falo, con dos cojonazos abajo.  Impresionante.  Eso es lo que nos quedó.  Un golpista que eyacula vino.  Sobrecogedor".

RICARDO ARNÓ : LA RADIO EN COLOR

RICARDO ARNÓ :  LA RADIO EN COLOR

Los  días  traían  mal  aliento y  bruma  espesa: Por ella Los  vehículos  militares  cruzaban  la  ciudad.   Escuelas Pías y Cerdán eran dos calles, dos pasillos lóbregos, grises,  hacia la inmensa, majestuosa, encajonada  despensa del Mercado Central.  Las putas del Sepu y de Caballo sabían todo de la FIMA y nada de la Expo.  Martínez Soria llenaba el Argensola y Sarita Montiel paseaba por Independencia con su perro  diciendo: ¡Guapa, sí! ¿Y qué?   Los demás, todos los demás iban de uniforme, aunque algunos no lo supieran.  A los funcionarios del Ayuntamiento o de cualquier Ministerio, se les apagaba el cigarro entre los labios.  El contribuyente  tenía toda la paciencia por gastar.  El ángelus sonaba desde la Plaza del Pilar...  En la calle:   Luis Mariano, Gloria Lasso,  Jorge Sepúlveda, José Guardiola, Los Panchos, Olga Guillot.  Las ambulancias, los bomberos y la policía también se hacían escuchar con cantos de sirena.   Frente a tanto ruido mi padre leía, y un día, con un ejemplar de Pueblo bajo el brazo, me dijo que sí, que Emilio Romero tenía los ojos escondidos detrás de aquellas gafas tan opacas.  Después llegó Ricardo Arnó, con su timbre grave y su decir cercano, con  su alegría contagiosa y su discreta bondad,  y con toda la pasión, inventó la radio en color.   

LABORDETA, ¡MEMORIA VIVA! (Antonio Pérez Morte)

LABORDETA,    ¡MEMORIA VIVA!                     (Antonio Pérez Morte)

Vuelvo a mi casa de Zuera una vez más y en la noche me encierro en el viejo  estudio,  lleno  de papeles y de cartas, de fotografías, canciones y poemas.    Tomo asiento junto a la ventana que mira  a  la  ribera  del  Gállego   y   mis  ojos   se abisman  sobre el agua y vuelven  a perderse en la distancia por las tierras más áridas y las más generosas huertas:  Nuestra tierra es una tierra  llena  de  contrastes  que a  menudo encuentra  la forma idónea de manifestarse en el más pequeño fragmento de su cartografía.   Nuestra tierra, que a veces nos habla de forma desgarrada  cuando sopla el cierzo para despertarnos como la mejor albada,  y otras lo hace de forma íntima y queda, como lo hacía Labordeta en aquel inolvidable y maravilloso poema que escribió para Adelina Lascorz hace ya más de treinta años.     Una composición que el azar hizo que conociese aquí, a su lado. Aquí, justo en este mismo lugar en el que hoy lo recupero con infinita nostalgia.  En estos versos, siempre vivos, cargados de humanidad y de afecto, encontramos algunos de los temas y recursos estilísticos característicos de su obra, y, cómo no, otros argumentos de peso, para mantener viva su memoria:


Te escribo, Juan,
hermano,
ahora que la lluvia
recorta suavemente
los ruidos en la calle
para hablarte de que ayer,
allá arriba,
en el pueblo vacío
del lento somontano,
enterramos a la abuela
en aquel cementerio
cubierto de hierbajos,
arbustos,
y lápidas deshechas
por el tiempo,
las nieves
y el olvido.

Mientras ella yacía
en la alcoba tan grande
donde tú y yo
jugábamos de niños,
estuvimos la noche
recordando los tiempos,
los paisajes pasados,
las gentes que se fueron,
las tardes de domingo en la fuente,
que ahora
ya no mana aquella agua
que venía del frío.

Tantos trozos de vida recordamos
que el alba nos asaltó de golpe,
y el abuelo,
que apenas dijo nada de nadie
entre la noche,
murmuró suavemente:

Habrá que descenderla
y dejarla en la tierra
con los suyos.

Y la dejamos quieta
allí, bajo la yerba,
las nubes pasajeras,
los cierzos agoreros
y los riscos.

Luego, cuando salimos
ya no quedaba nadie
en el contorno.

Y aquí
en la ciudad de nuevo,
el abuelo,
viendo caer el agua
tras los vidrios
ha murmurado lento,
con sonrojo:

Hoy seguro que llueve
también
sobre la abuela
allá arriba
en el pueblo.


(Cantata para un país, Movieplay, Madrid, 1979)

 

 Antonio Pérez Morte    (El Ebro Nº 17, Zaragoza, 21 de Enero de 2011)

Demagogos

Demagogos

Fastidia comenzar la semana cabreado, pero a veces es difícil no hacerlo. Hoy por ejemplo, y si no fuese por la gravedad del hecho, me parecería simplemente surrealista el debate con el que nos han despertado algunos medios de comunicación.  Se discute sobre quién debe sufragar el coste del rescate de los dos cooperantes de la O.N.G. Acción Solidaria en Mauritania, poniendo en duda su solidaridad y su altruismo. Mientras, vemos como nuestro gobierno "socialdemócrata" insufla fondos a la Banca para que la crisis se les haga menos dura: ¿Dónde empieza y acaba el altruísmo de la banca? ¡Demagogos!

Antonio Pérez Morte

Moratinadas 2

Moratinadas 2

      Se lo sirvieron en bandeja:  Le regalaron el protagonismo y la oportunidad de marcarse el tanto.

     Quienes llevan años trabajando en la isla,  en favor de los derechos  humanos, no podían renunciar a dar un paso, por mínimo que fuese, para avanzar en el largo camino hacia la libertad de los disidentes cubanos; algo que de momento son sólo palabras, promesas:  ¡Ahora cinco presos! ¡Otros cinco cuando Dios quiera! 

     Cinco presos no liberados sino extraditados de la patria, alejados de sus amigos y familias, cinco hombres que para seguir adelante, deberán dejarlo todo y partir de cero. Esa es la medalla que el gobierno castrista  había pactado colgar sobre el cuello de nuestro Ministro de Exteriores.

     Los Castro buscaban una salida airosa e intentan lavar el rostro de su gobierno con las manos del nuestro: Eso y no otra cosa es este pequeño gesto. Mientras, la iglesia, verdadera artífice del logro permanece todavía orando en la sombra.  

Moratinadas

Moratinadas

Acabo de oir en el boletín informativo de las cinco de la tarde, las declaraciones del Ministro de Exteriores Sr. Moratinos, actualmente de viaje en Cuba: en ellas  afirma no tener intención alguna de visitar al disidente cubano Guillermo Fariñas, que ha cumplido ya 130 días en huelga de hambre y cuya salud se encuentra seriamente deteriorada. A jucio del ministro, su encuentro con él podría interpretarse como un acto de oportunismo. 

Me pregunto: ¿A qué grado de degradación ha llegado un personaje que prefiere renunciar al sentido de la moral y de la ética con tal de no ver dañada su imagen política?

Si el encuentro de un ministro socialdemócrata español con una víctima de la dictadura cubana puede ser calificado como un acto de oportunismo, me gustaría escuchar por boca de este individuo que tan indignamente nos está representando ¿cómo debemos analizar su encuentro con los verdugos y sus muestras de afecto hacia los Castro?

ÓSCAR AGUADO: POESÍA DE VERDAD.

ÓSCAR AGUADO: POESÍA DE VERDAD.

          Amantes atrapados en el jueves. Preguntas sin respuesta. Islas a la deriva que algún día llegarán a la orilla del poeta. Este poeta que se come el aire en cada beso y ansía la noche como los niños de antaño un terrón de azúcar, es un eterno adolescente que sueña con nuevas madrugadas, con luces y sombras grandes como la noche que arrastrará hasta la cama de su amada. Después de jugar un rato, de poner en pie su fantasía, quizá se quede solo con el desorden en el vientre. Quizá intente, de nuevo, llenar las maletas de cosas importantes. Sin embargo sabe que no podrá, aunque disponga de espacio necesario. Es difícil hacer las maletas para un niño, para un payaso que nunca llora de verdad y se duerme en soledad sobre la rueda del poema. Siempre hay estaciones nuevas, consonantes mudas, trenes de una sola dirección que no son sino secretos. Secretos que nadie intuye, secretos muy secretos, secretos y dudas necesarias como unas vacaciones de verano: Las vacaciones pasan. Las dudas permanecen mientras uno continúa, alejándose de casa.  Es igual. Después de todo,el tiempo es una máscara y la verdad, como dice el bardo, está en una botella que alguien tiró al mar...  Una botella que todavía navega.

"...ahora quiero descansar
que el dolor se lo lleven las flores
y los barcos
morir en mi isla
y que me dejen extender tu sonrisa
en la mar..."

(Canción de cuna para un héroe, óscar Aguado, Ed. Ya lo dijo Casimiro Parker, Madrid 2008)

¡AGUR, GETARIA!

¡AGUR, GETARIA!

Entre la montaña de papeles manuscritos crece la pereza, sobre los libros de Blas de Otero y Gabriel Celaya; entre los recuerdos más recientes de Getaria el txirimiri de la melancolía crece y cala.  La voz de Benito Lertxundi, de Mikel Laboa e Imanol.   La frescura ácida de la sidra como una canción de Txomín Artola.  La  fuerza  del txakolí en las incurisones rockeras de Ruper Ordorika...

La noche vuelve a ser un puerto donde repescar el tiempo ganado al mar, justo en aquel momento en el que, sin darnos cuenta, nos convertimos en cangrejos negros, moviéndonos por el filo rocoso del abismo. 

Vuelven los ecos del idioma entre las olas.  Entre la olor a salitre y a salmuera, unos versos no escritos, que activan las defensas del espíritu, versos medidos como un patrón de Balenciaga.  Me gusta esta tierra, este mar, este cielo, esta luz, esta montaña.    Me gusta zambullirme en estas aguas y ver ponerse el sol desde el rompeolas del Ketarri, mientras nos sobrevuelan los sueños y las gaviotas.  Me gusta desayunar en Izarri antes del paseo, vemouthear en Itxas-Etxe. Pasear por el Boulevard de Donostia y descansar en los porches. Llevar a Juan al tiovivo antiguo y ascender en funicular al Monte Igueldo. Me gusta comer en La Fábrica de Íñigo Bozal y vaciar de pintxos la barra del Astelena, pasear con Pablo por el casco viejo y visitar a uno de los pocos supervivientes del naufragio musical (Donosti-Rock) y celebrarlo comprándole discos y camisetas.

Volver a Getaria, al Getariano, es volver a casa.  Nos gusta escuchar las cosas que nos cuenta María Cruz (la matriarca) mientras vemos jugar a la pelota vasca y oir la hermosa y poderosa voz de María Ángeles junto a la cálida, grave y sosegada de Juanjo; encontrarlos igual que siempre, mientras la familia crece y sus hijos  Eider y Maihalen les convierten en abuelos tontos, divertidos, como tienen que ser todos los abuelos: Presumidos y orgullosos de sus nietos.  

Me gusta leer en la terraza de la casa y charlar pausadamente. Me gusta deambular de madrugada por las viejas calles empedradas y tomar una copa en el  Mahasti o en el Txoko, al lado de un músico, un vendedor artesano o un viejo marinero.  Me gusta ver a los pescadores, con barcas o cañas, en mitad de la mar y de la noche y vislumbrar los rayos del faro marcando la silueta del enorme Ratón a través de la distancia.   Una cosa duele, a-penas nada más: hacer las maletas, decir ¡agur!.       

 

Antonio PÉREZ MORTE

(Getaria, 30 de Julio de 2009)    

                                       

ALGÚN DÍA LLEGAREMOS A LA LUNA

ALGÚN DÍA LLEGAREMOS A LA LUNA

Algún día llegaremos a la luna, Fundación Jorge Guillén, Valladolid 2008.

Algún día llegaremos a la luna, último poemario de Jorge Barco, se alzó hace poco más de un año con el premio que la Academia Castellano-Leonesa de Poesía ha destinado a los jóvenes creadores de habla hispana.   La Fundación Jorge Guillén ha llevado a cabo esta cuidadísima y atractiva edición, cuyo magnífico diseño equipara continente y contenido, haciendo justicia a la obra.

Quienes hayan seguido, durante los últimos diez años , la sorprendente trayectoria del poeta salmantino, no han podido sorprenderse con la obtención de este galardón y habrán celebrado con júbilo la decisión de un jurado que supo entender que la frescura del lenguaje y lo arriesgado de la forma, no son en absoluto incompatibles con la construcción de un universo propio, personal, rico y repleto de recursos estilísticos.

La calidad y seriedad poética del conjunto de composiciones recopiladas aquí, no están, sin embargo, exentas de la ironía y mordacidad a las que Barco nos tiene acostumbrados desde el inicio de su trayectoria, como queda patente en buena parte de los poemas de este libro: Corbata, A mi perro, Ni siquiera Dios puede cambiar, El hijo que nunca tendremos...

En Algún día llegaremos a la luna, el autor nos sumerge hasta el fondo en la más cruda realidad, nos acerca a personajes de ficción o nos guía por paisajes conocidos, cotidianos, regalándonos imágenes nuevas que casi siempre han permanecido alejadas del vocabulario poético: grandes almacenes, gimnasios...    Lugares que jorge Barco integra como nadie en un innovador discurso, que a menudo adopta tono de confesión y que alcanza sus mayores logros en poemas intimistas como Niñato:

"Que nunca se borre tu voz de mi mente,
dulce alegría.
Hace mucho que no hablamos.
Quizá ya ni recuerdes que te quise.

Y aunque hace mucho, mucho que no hablamos,
que no me das calor con esos gestos
que yo admiraba al margen del pecado,
hoy sólo sueño
con morir en un susurro de tus labios"

Antonio Pérez Morte  

Artes y Letras / Heraldo de Aragón,  Zaragoza 26 de Marzo de 2009