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Antonio Pérez Morte

Poetas

Propuesta para reducir la ansiedad (Marwan)

Propuesta para reducir la ansiedad  (Marwan)

¿Y si en lugar de querernos tanto
probamos a querernos bien?

Marwan

(La triste historia de tu cuerpo sobre el mío, Editorial Origami, 2012)

 

Sentidos (Yolanda Aldón)

Sentidos    (Yolanda Aldón)

Oigo, saboreo, respiro y siento
con la compañía ausente
de tu salobre mirada.

Yolanda Aldón

(Cádiz y la orilla, a sorbos de a-mar y versos, Editorial Origami, 2012)

Contra las cuerdas (David González)

Contra las cuerdas    (David González)

no

arrojes

nunca

la toalla:

 

no la arrojes nunca:

 

luego

tendrás

que agacharte

a recogerla:

 

¿qué vas a hacer:

varlam shalámov

 

David González

(No hay tiempo para libros -Nadie a salvo- Editorial Origami, 2012)

Elogio de mi hermana (Wislawa Szymborska)

Elogio de mi hermana  (Wislawa Szymborska)

Mi hermana no escribe versos.
y dudo que empiece de repente a escribir versos.
Lo sacó de mi madre, que no escribía versos,
y de mi padre, que tampoco escribía versos.
Bajo el techo de mi hermana me siento segura:
el marido de mi hermana por nada en el mundo escribiría versos.
Y aunque esto suene a obra de Adam Macedonski,
ninguno de mis parientes se dedica a escribir versos.

En los cajones de mi hermana no hay viejos versos,
ni recién escritos en su bolso.
Y cuando mi hermana me invita a comer
sé que no es con la intención de leerme sus versos.
Sus sopas son exquisitas sin premeditación
y el café no se derrama sobre sus manuscritos.

En muchas familias nadie escribe versos,
pero si lo hacen, es raro que sea sólo una persona.
A veces la poesía fluye en cascadas de generaciones,
creando peligrosos remolinos en sus mutuos sentimientos.

Mi hermana cultiva una buena prosa hablada,
y toda su escritura son postales de sus viajes
con textos que prometen lo mismo cada año:
que cuando vuelva,
me contará todo,
todo,
todo.

 

Wislawa Szymborska

Despedida (Salvador Iborra)

Despedida       (Salvador Iborra)

 

 Adiós pequeña y dulce amiga. De todas las cosas posibles,
 cuánta vida te pierdes y cuánta me dejas, cuánta vida,
 cuántas noches de cuerpos compartidos y de tiempo infinito,
 cuántas ciudades y libros para comentar y recorrer juntos,
 cuántas batallas para afrontarlas con una mano en la espalda,
 con un confío en ti, en el momento justo en qué tú no confías,
 ahora que ya no puedes conscientemente causar más dolor del que causas,
 ahora que por dentro estás hecha de sombras y restos de un sueño,
 ahora que dudas preocupada todavía de mi fuerza,
 con la luz apagada mientras camino sin sonreír,
 puedes recordarme y volver a esta página si de tanta
 soledad alguna noche tiemblas y sudas con la piel helada,
 y tienes miedo, ven a estos ojos que vuelven lentamente
 de la duda,  acuérdate  de mi corazón corsario,
 que quién tanto te  ha amado no puede dejar nunca de hacerlo,
 sin más pronóstico amenazante que el tiempo y la distancia.

 Salvador Iborra

 Traducción-Versión en castellano: Antonio Pérez Morte

La autopista (David González)

La autopista      (David González)

ya que tanto insistes
en que me lo corte
voy a explicarte
y será la primera
y última vez que lo haga
por qué llevo el pelo largo

llevo el pelo largo
porque el ejército estadounidense
ofrecía una recompensa
de dos dólares
por cada cabellera de indio
que se le entregara
y los que la cobraron
así como los soldados
y mandos superiores
del ejército estadounidense
llevaban el pelo corto
o muy corto

llevo el pelo largo
porque el ejército franquista
en la corrada de la casa en la que nací
le rapó la cabeza
a una de las mujeres de mi familia
cuyo hombre
acababa de ser fusilado
por negarse a defenestrar
niños de pecho republicanos
y los soldados que le raparon la cabeza
así como el resto de las tropas
y mandos superiores
del ejército franquista
incluido el puto francisco franco
llevaban el pelo corto
o muy corto

llevo el pelo largo
porque en el campo de concentración de mauthausen
los deportados españoles
como ramiro santisteban
el superviviente octogenario que me lo contó
a los deportados españoles
una vez a la semana
los sábados
les hacían lo que entre ellos se conocía
como
La Autopista
esto es
les rapaban el pelo al cero
desde la frente hacia atrás

la autopista

y más adelante
cuando hitler estaba perdiendo la guerra
con ese pelo
se forraban las botas de los soldados alemanes

con ese pelo

y todos esos soldados alemanes
como también los que los sábados colaboraban
en el mantenimiento de la autopista
juntos con sus respectivos mandos superiores
el hijo de la gran puta del fuhrer a la cabeza
y junto con el resto del pueblo alemán
llevaban el pelo corto
o muy corto

llevo el pelo largo
porque en la tercera galería
de la cárcel provincial de oviedo
la galería de los menores
los que mandaban en ella los kíes
en cierta ocasión me dijeron:

o te cortas el pelo tú
o te lo cortamos nosotros

y encendieron sus mecheros

y tanto ellos
como los funcionarios de prisiones
cuyo trabajo consistía precisamente
en evitar que se produjeran hechos como ése
llevaban el pelo corto
o muy corto

llevo el pelo largo por otra razón también:
muchas de las mujeres que conozco
me aseguran que con él así de largo
estoy mucho más guapo
y aparento muchos menos años de los que tengo

así que en vez de estar dándome la brasa a todas horas
con que a ver cuando voy a que me corten el pelo
mejor te callabas la puta boca eh
y te dejabas
crecer el tuyo.

David González  (ALGO QUE DECLARAR, BARTEBLY EDICIONES, 2007)

Insomnio (Jorge Espina)

Insomnio   (Jorge Espina)

Hace un par de horas que he cenado.
No puedo dormir.
Abro el mueble de cocina y cojo una cucharilla.
Abro la nevera y cojo un yogurt desnatado,
Cierro.
Como el yogurt y abro la nevera.
Saco la mermelada y la unto en pan de molde.
Cierro la nevera.
Abro el congelador.
Lleno una tacita con helado de almendras.
Cierro el congelador, abro la nevera...
Esta tarde ha venido a visitarme.
No quiere que su madre la vea así.
Mil imágenes de su infancia amarradas a mi memoria.
Su voz llamándome desde la habitación de al lado.
-¡Papaaaá, quiero agua!
Yo levantándome de mi cama,
Yo caminando a oscuras por el pasillo,
Yo encendiendo la luz de la cocina,
Protegiéndome los ojos con el antebrazo.
-¡Papaaá, quiero pis!
Yo caminando con ella hacia el servicio,
Yo acompañándola de nuevo a la habitación,
Yo tapándola con las sábanas.
-¡Papaaá, teno hambre!
Yo entrando sigilosamente en su habitación:
-Duérmete mi vida que vas a despertar a mamá.-
Yo contándole un cuento,
Yo bostezando,
Yo quedándome dormido.
-¡Papá no te duermas porfa!
Yo sobresaltado,
Yo haciendo esfuerzos por no dormirme,
Yo terminando de contar el cuento,
Yo emocionándome al verla dormir como un angelito,
Yo secándome los ojos al salir de su habitación.
Inclinada sobre la taza del váter.
Su frente reposando en la palma de mi mano,
Expulsando mucosidades
Lágrimas,
Alcohol,
Palabras inconexas...
Vomítalo todo cariño,
También los recuerdos.
Le acerco una toalla.
Un vaso de agua para que se enjuague la boca,
Un beso en sus cabellos,
Una tímida caricia.
Cenamos juntos sin apenas dirigirnos la palabra,
Nos sentimos incómodos y extraños.
De no habérselo pedido
Se habría ido con su madre sin darme un beso.
Abro el mueble de cocina y cojo una cucharilla.
Abro la nevera y cojo un yogurt desnatado.
Cierro...
Tengo ganas de beber,
Ganas de orinar,
Ganas de comer,
Ganas de que me cuenten un cuento.
Bebo un Jack Daniel’s y me concentro en mi respiración.
Respiro de forma honda y pausada y me duermo.
Recordando
El increíble y maravilloso olor
De unos pañales sucios




"Reverdecer", de Jorge Espina. Baile del Sol, 2010.

Índigo (Pablo Guerrero)

Índigo      (Pablo Guerrero)

                                 Para José Antonio Labordeta

 

Siento un poema, el que voy a escribir.
Miro un cuadro. Paso, despacio, sus hojas.

Acaricio un rostro, tersura de la arena.

Una ribera de astros entre jirones rojos.
Está al llegar la noche.

Pero aún en la calle vemos lo que tanto perdura,
gente desconocida que respira luz blanca,
el índigo veloz de las auroras vivas.

 

Pablo Guerrero

POEMA PARA TENER CASTILLA (Joan Gonper)

Nadie recuerda nada;

una voz un instante

en medio de la tierra.

 

Joan Gonper (de Teoría de la Presencia Celya, Salamanca, Septiembre de 2004)

 

Un sueño martillea (Ángel Guinda)

Un sueño martillea    (Ángel Guinda)

UN SUEÑO MARTILLEA  la red de mis neuronas: un niño cruza el mundo con un féretro al hombro, y ese niño soy yo.

Ángel Guinda

(Espectral,  Ediciones Olifante, Zaragoza 2011) 

 

 

 

 

 

¿No me recuerdas? (Jorge Barco)

¿No me recuerdas?             (Jorge Barco)

Acaso haya cambiado en estos años
tanto que ni yo me reconozca.
No sé,
tal vez fue un sueño ayer el conocerte,
que habláramos bajo la lluvia del otoño,
sentir mi corazón cómo latía,
oír tu nombre y no querer saber tus años...
Hoy la ropa ya te queda estrecha, a la altura 
del pecho, y los niños hacen cola
para hablarte. Acaso haya cambiado
en estos años tanto que ni yo mismo
me reconozca, pero he llegado lleno
de recuerdos, de lo que no pudo ser,
de todo aquello; y por mi corte de pelo,
la barba, la poca luz del disco-pub o
el ciego que traías, por algo, no me has reconocido.

Tu prima se acerca y dice: perdónala,
está un poco borracha.
Y yo pido otro whisky para intentar
olvidarte.

                                    (JORGE BARCO)

Disfraces (Nacho Montoto)

Disfraces   (Nacho Montoto)

Debajo de mi piel
hay un niño dormido.

Nacho Montoto.

On the rocks (Ángel Petisme)

On the rocks   (Ángel Petisme)

Venga, mundo, apéate de mí,
soy la esponja con patas
y el desierto sonámbulo.
Me han puesto un email bomba
en la bandeja de entrada esta mañana.
Me han cortado las cuerdas
del corazón de ébano.
Tengo sed de venganza, de mí,
del tiempo que invertí para salvarme en ella.
Invitamé a un trago, samaritano de la luna:
Chanel 5, metanol, limpiacristales,
todo me sabrá a gloria.
No hay venenos, sólo dosis, amor.

Me beberé la sangre de los parquímetros,
las babas de vino de los tetrabricks,
el fuego de los faquires
y el ámbar de sus semáforos.

Venga mundo, apiádate de mi:
Un after-shave en las rocas
con hielo; algo que me recuerde
el animal que no odiaba el silencio.

Ángel Petisme

(POEMAILS, Amargord ediciones, Madrid, 2011) 

TENGO (Gabriel Sopeña)

TENGO     (Gabriel Sopeña)

TENGO dieciséis lectores
y la vida efímera de algunas larvas africanas.

Tú, que me ignoras,
formas parte de este rito.

Gabriel Sopeña

(de Máquina fósil, Ediciones Olifante, Mayo de 2011)

Cuando vivías en la Castellana (Luis Alberto de Cuenca)

Cuando vivías en la Castellana  (Luis Alberto de Cuenca)

Cuando vivías en la Castellana
usabas un perfume tan amargo
que mis manos sufrían al rozarte
y se me ahogaban de melancolía.
Si íbamos a cenar, o si las gordas
daban alguna fiesta, tu perfume
lo echaba a perder todo. No sé dónde
compraste aquel extracto de tragedia,
aquel ácido aroma de martirio.
Lo que sé es que lo huelo todavía
cuando paseo por la Castellana
muerto de amor, junto al antiguo hipódromo,
y me sigue matando su veneno.

LUIS ALBERTO DE CUENCA

(Su nombre era el de todas las mujeres, Renacimiento, Sevilla, Abril 2008)

La cantante (Antón Castro)

La cantante   (Antón Castro)

Tu voz es un tesoro inagotable.
Lo sé desde que era un adolescente,
desde hace siglos, desde antes de conocerte.
Tengo anotados en mi cabeza
todos los detalles, todas las anécdotas,
todas las puestas de sol: cómo te conocí,
qué pájaros cruzaban el cielo, el suspiro
de los árboles al verte pasar por la plaza,
tu timidez casi infinita y aquella mochila
llena de discos, de melodías, de dibujos
y de piezas que modelabas en arcilla
con la pureza glacial de un desnudo o un beso.
Iba siempre a esperarte, cuando salías del aula,
cuando volvías de las clases de batería
o cuando cerraba el pub donde servías copas
y ponías la mejor música de Janis Joplin, de Kate Bush,
o de aquella K. D. Lang indómita que tanto te gustaba
porque veía, desde el aire, la tierra, la noche y el mar.
Recorríamos la ciudad a pie o en bus, recorríamos
sus porches y sus parques, sus calles ancestrales
donde los gatos asomaban a los balcones
y el viento esculpía la bohemia en cada rincón.
Nos íbamos al río y en la ribera, bajo los sauces,
Soñábamos poemas, gritos y melodías inconfesables.
Cuánta vida teníamos entre los dedos y los labios.
Cuánta sed de belleza y de ritmos. Qué locura de amor.
Ahora todo ha cambiado, pero quizá no tanto.
Vivimos en otra ciudad, en pisos separados
por un parque con lago, terrazas y cisnes.
Todo ha cambiado, pero son idénticas las emociones,
el deseo de verte: aún me muero por oírte.
Tras el yoga y el taichí de las diez salgo hacia el estudio.
Imagíname: salgo a buscarte, con mis cascos
y la bicicleta de paseo. Casi como entonces: temblando.
Tu voz es un tesoro inagotable. El canto y el cántico,
el surtidor de la luz, el rumor imprescindible de mis días.
Salgo a buscarte y te encuentro como anhelo:
ante el pentagrama, abrazada a la guitarra
y la armónica, y dispuesta a seguir cantando
una melodía abrasadora y perfecta, una tras otra.
Estás en el centro de la tormenta y eres la tormenta,
la lluvia, el cierzo y el temblor de los manantiales.
Saco mi guitarra acústica, la afino y te acompaño:
es cierto, lo reconozco, desfallezco cuando cantas
y resucito minuto a minuto mientras te amo.

Antón Castro  

(El paseo en bicicleta, Ediciones Olifante, Zaragoza 2011)

Un poema para Félix Romeo (Antón Castro)

Un poema para Félix Romeo     (Antón Castro)

[Félix Romeo tenía muchos sueños. Muchos anhelos. Su cabeza era una fábrica incesante de ideas y de sensaciones. Durante mucho tiempo quiso alquilar un local y crear un cine en versión original; quizá tuviera también una sala de exposiciones. Recuerdo que en Barcelona le dije a Miguel Marcos si podríamos disponer de ese espacio. No se adaptaba del todo a lo que soñaba Félix. En las comidas de los martes y miércoles en el restaurante Bílbilis, con mis hijos Aloma y Daniel (Félix falleció en la casa de Aloma), hablaba mucho de una sala de cine en versión original. Preguntaba: “¿Qué habrá sido de los Buñuel? Podríamos hacer ahí muchas cosas: cine, exposiciones, conciertos, tertulias”. Un día, pensando en él y en Lina Vila, su compañera, escribí este texto que leí este mismo año en las Jornadas de Cine de La Almunia con el grupo de lectura y la Asociación Laudística de Valdejalón. Esta foto es del Colectivo Anguila: Pedro Hernández e Iván Moreno.]

  

VERSIÓN ORIGINAL

                                                           A Lina Vila y Félix Romeo

Tengo un sueño:
quiero montar un cine de versión original.
Un cine donde se escuchen todos
los idiomas del planeta.
Un cine para soñar
con todos los soñadores de la tierra.
Así lo veo: tapizado de rojo,
íntimo como la oscuridad,
con una indeleble mancha de luz al fondo.
Quiero montar un cine en versión original.
Me imagino los carteles, las películas,
los programas de mano
con su vocabulario de letras y espectros.
Imagino el público que llega
a las tres o cuatro sesiones.
La pantalla será como un oratorio pagano,
o un río de vida,
o un torbellino incesante de besos y de imágenes.
Lo estoy viendo:
cómo se besa en chino, en polaco, en francés,
cómo se cuentan los cuentos y las pesadillas.
¿Quién huye por el bosque
tras un crimen inesperado
y sale a la playa de los últimos naufragios?
Estoy oyendo las voces,
las palabras con su extraña música universal,
todas las melodías del alma.
Cuando llegue el fin de la noche,
allí estaremos tú y yo, a solas en la sala.
Tendidos sobre las butacas,
sobre el rojo oscuro de la satisfacción
y la soledad más deseada,
volveremos a poner la película.
En ese momento, vueltos desenfreno y ternura,
entretejidos en un plenilunio de sombras,
seremos los protagonistas principales.
Antes de volverme loco de amor
o de irme de esta ciudad para siempre,
quiero regalarte un cine de versión original.
Será la mejor forma de decirte “te quiero”
todos los días en cualquier lengua de la tierra.

No, tú no. (Para Félix Romeo)

No, tú no.                                   (Para Félix Romeo)

Félix: No, tú no...   Amiguico, amigo, quizá el más joven de mis amigos grandes: ¿Quién ha sido capaz de arrebatarte de las manos, esa bandeja de dulces,  gigante, apetitosa, que para tí era la vida?

Palabras manchadas de sangre (A la memoria de Salvador Iborra)

Palabras manchadas de sangre  (A la memoria de Salvador Iborra)


Con una hoja de metal
te sorprende la madrugada,
a tí, que sólo querías defender
las razones de la propiedad,
y buscabas, con la rabia del indefenso,
la bicicleta robada a un buen amigo,
pero, no siempre, las palabras sirven
para ganar batallas
y un encuentro de cuchilladas
dio fin a la discusión y abrió
un camino oscuro hacia la muerte.

Sobre el empedrado de la calle angosta
la sangre escribía los versos de los adioses.
Nunca imaginaste que el fin del mundo sería así
ni que la muerte vendría, de madrugada,
a cerrarte los ojos y a dejar,
en medio de las carrerillas y las urgencias,
el más largo de los silencios.

José Luís García Herrera

Traducción: Antonio Pérez Morte

Paraules tacades de sang (José Luís García Herrera)

Paraules tacades de sang  (José Luís García Herrera)

PARAULES TACADES DE SANG
 
                                                    A la memòria de Salvador Iborra

Amb una fulla de metall et sorprén la matinada.
A tu, que només volies defensar
les raons de la propietat,
que buscaves, amb la ràbia del indefens,
la bicicleta robada a un bon amic.
Però, no sempre, les paraules serveixen
per guanyar batalles,
i un aplec de ganivetades
varen donar fi a la discusió i obriren
un camí fosc cap a la mort.
Sobre les emprentes d'un carrer estret
la sang escrivia els versos dels adéus.
Mai imaginares que la fi del món seria així
ni que la mort vindria, de matinada,
a tancar-te els ulls i a deixar,
enmig de les corredisses i les urgéncies,
el més llarg dels silencis.

José Luis García Herrera