Un poema para Félix Romeo (Antón Castro)
[Félix Romeo tenía muchos sueños. Muchos anhelos. Su cabeza era una fábrica incesante de ideas y de sensaciones. Durante mucho tiempo quiso alquilar un local y crear un cine en versión original; quizá tuviera también una sala de exposiciones. Recuerdo que en Barcelona le dije a Miguel Marcos si podríamos disponer de ese espacio. No se adaptaba del todo a lo que soñaba Félix. En las comidas de los martes y miércoles en el restaurante Bílbilis, con mis hijos Aloma y Daniel (Félix falleció en la casa de Aloma), hablaba mucho de una sala de cine en versión original. Preguntaba: “¿Qué habrá sido de los Buñuel? Podríamos hacer ahí muchas cosas: cine, exposiciones, conciertos, tertulias”. Un día, pensando en él y en Lina Vila, su compañera, escribí este texto que leí este mismo año en las Jornadas de Cine de La Almunia con el grupo de lectura y la Asociación Laudística de Valdejalón. Esta foto es del Colectivo Anguila: Pedro Hernández e Iván Moreno.]
VERSIÓN ORIGINAL
A Lina Vila y Félix Romeo
Tengo un sueño:
quiero montar un cine de versión original.
Un cine donde se escuchen todos
los idiomas del planeta.
Un cine para soñar
con todos los soñadores de la tierra.
Así lo veo: tapizado de rojo,
íntimo como la oscuridad,
con una indeleble mancha de luz al fondo.
Quiero montar un cine en versión original.
Me imagino los carteles, las películas,
los programas de mano
con su vocabulario de letras y espectros.
Imagino el público que llega
a las tres o cuatro sesiones.
La pantalla será como un oratorio pagano,
o un río de vida,
o un torbellino incesante de besos y de imágenes.
Lo estoy viendo:
cómo se besa en chino, en polaco, en francés,
cómo se cuentan los cuentos y las pesadillas.
¿Quién huye por el bosque
tras un crimen inesperado
y sale a la playa de los últimos naufragios?
Estoy oyendo las voces,
las palabras con su extraña música universal,
todas las melodías del alma.
Cuando llegue el fin de la noche,
allí estaremos tú y yo, a solas en la sala.
Tendidos sobre las butacas,
sobre el rojo oscuro de la satisfacción
y la soledad más deseada,
volveremos a poner la película.
En ese momento, vueltos desenfreno y ternura,
entretejidos en un plenilunio de sombras,
seremos los protagonistas principales.
Antes de volverme loco de amor
o de irme de esta ciudad para siempre,
quiero regalarte un cine de versión original.
Será la mejor forma de decirte “te quiero”
todos los días en cualquier lengua de la tierra.
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