Entre libros
Fin de semana entre libros, encerrado en mi estudio. Los plazos vencen y los compromisos hay que cumplirlos: He pasado un par de días seleccionando poemas e imágenes, contando versos, pariendo el prólogo para un libro colectivo que verá la luz en primavera, cuando todo vuelva a estar tan verde como el pilot de mi esperanza. He vuelto a escribir con él, a apuntar mis proyectos en tarjetones blancos, a subrayar textos... y hasta he tenido tiempo de leer el cuento triste y tierno del domingo, que firmaba Antoncico en Heraldo. He leído los textos de Agustín Sánchez Vidal y Félix Romeo sobre el Parque Grande y he paseado mis recuerdos en la distancia, hasta que he comenzado a ponerme triste. ¿Por qué han de amargarnos la vida los políticos? Rebobino y me alegro de que Javier Delgado no tenga que hacer, por fin, huelga de hambre y para celebrarlo abro esa joya de libro que es Zaragoza Marina y que acaba de rescatar Prames con maravillosas ilustraciones de Jorge Gay y un concienzudo e impagable prólogo de José-Carlos Mainer.
Veintitrés años después de su primera edición, en la inolvidable Colección Poemas que dirigió Luciano Gracia, Zaragoza Marina sigue conservando la misma frescura de entonces. El azar ha elegido estos versos de Javier Delgado para acabar el día:
Eres muy mayor para acordarte
pero haciendo un esfuerzo tal vez puedas
distraer del olvido algún recuerdo,
una señal que diga lo que fuiste.
Aún tienes tu diadema de espuma.
Aún conservas el rastro de una ola
en su temblor de caricia irrepetible:
indaga en el misterio de su historia.
Pregúntale al rumor de caracolas
que queda en tus esquinas encerrado.
Di una palabra al viento y que te traiga
una canción que guie tu memoria.
En las puntillas del velo de la brisa
hay un olor escondido que dejaste
cuando después del baño perfumabas
el aliento del día: ve a encontrarlo.
Antes tenías el reflejo de tu imagen.
Ahora tan sólo tu sombra te equivoca.
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