Retrato del abuelo
Este hombre de la fotografía no está triste aunque lo parezca: sonrie para adentro. Dijo una vez, que lo que le sucedía era que tenía los rasgos hacia abajo y que si pudiése levantárselos un poco, le veríamos muy distinto, tal como es: Con su agudo sentido del humor, socarrón y divertido.
Sus ojos llorosos parecen mirar al infinito, pero no, sólo están húmedos por una última, recientísima emoción. Parece perdido, pero tampoco: está aquí a pié de calle, tocando suelo. No pierde de vista el futuro, aunque algunos le crean un viejo nostálgico. A su lado caminan un puñado de amigos, a los que contagia energía, también a mi: Cuando no puedo más, cuando sólo me quedan unas ganas terribles de mandarlo todo a la mierda, pienso en este hombre solidario (solitario en el Congreso) y escucho su voz, una bronca voz llena de amor por su tierra, y sigo, como él, luchando, hacia adelante.
Sus ojos llorosos parecen mirar al infinito, pero no, sólo están húmedos por una última, recientísima emoción. Parece perdido, pero tampoco: está aquí a pié de calle, tocando suelo. No pierde de vista el futuro, aunque algunos le crean un viejo nostálgico. A su lado caminan un puñado de amigos, a los que contagia energía, también a mi: Cuando no puedo más, cuando sólo me quedan unas ganas terribles de mandarlo todo a la mierda, pienso en este hombre solidario (solitario en el Congreso) y escucho su voz, una bronca voz llena de amor por su tierra, y sigo, como él, luchando, hacia adelante.
1 comentario
Raquel -
si fuese catalán sería un mito, pero siendo aragonés se mueve entre la dmiración, la indiferencia y el desprecio, como casi todos nuestros grandes hombres, sobre los que tanto has escrito.
Un beso, Antoñico!