La España de Cervantes (Manuel Vilas)
Me ha encantado que Rodolfo Chikilicuatre haya representado a España en Eurovisión. Yo creo que ha habido cuatro momentos estelares en la modernidad de España. Uno: el Don Quijote. Dos: el Paco Goya. Tres: Andrés Pajares. Cuatro: Chikilicuatre. Rodolfo es honestidad y humildad. No es un hortera a la manera de los rusos que ganaron. El país de Dostoievsky representado por tres guaperas. Pero el país de Don Quijote sí estuvo a la altura. La guitarra de Rodolfo es como la adarga antigua de Don Quijote. El tupé es el baciyelmo de Don Quijote. Don Quijote y Rodolfo visten igual. Llevan un atuendo grotesco: uno como caballero andante, el otro como rockero. Los dos son periféricos: Don Quijote viene de La Mancha y Rodolfo es auténticamente poligonero. Los dos son flacos. Los dos pierden. Los dos son indulgentes con el mundo. De los dos se ríe la gente. Los dos son criaturas inventadas. No sabemos quiénes son ninguno de los dos. Los dos son ficciones españolas. Los dos son humor. Los dos gustan a los niños. Los niños españoles se saben la canción de Rodolfo de memoria, la cantan felices. Don Quijote también gusta a los niños. Los dos nos liberan de los dramas serios. Don Quijote nos liberó de la España rancia de la caballería. Rodolfo nos libera de la España franquista de Massiel. Cuando vi a Rodolfo en las televisiones, pensé que la vida civil española es superior a su vida institucional, eso también es muy cervantino. Los intelectuales y los políticos y los periodistas se creen que Cervantes era un Premio, pero no, Cervantes era el aroma de la calle, del polígono industrial, una mezcla de dicha, júbilo, orgía y risa. La vida española está bien gracias a Rodolfo.
Manuel Vilas
(Heraldo de Aragón, 8 de Junio de 2008)
2 comentarios
El barzal -
Un abrazo
Toño -