LIBROS PARA VIVIR (Antón Castro)
La literatura es un balcón, un observatorio, una selva de palabras, que son como seres vivos, un corazón que late, una emoción unánime, una indagación. Todos buscamos de algún modo los libros necesarios para vivir. Y los encontramos, sin darnos cuenta, sin haber percibido que el libro es una compañía ideal que exige un poco de sacrificio y de concentración, pero luego lo da casi todo: es una invitación a la quimera, al conocimiento, un sendero que se bifurca o un caballo al galope que se excita en los dedos del viento. Los personajes te asaltan desde el papel y se meten en tu cabeza y se adhieren a tu piel como un olor, una caricia, un pensamiento, como unos zapatos que aprietan y que bostezan sudor como si fueran los de los gigantes de los cuentos. Cada mañana recorro con mi hija Sara, de siete años, un camino pedregoso hasta la carretera por donde pasa el autobús que conduce a los niños a la escuela. Siempre llevamos un libro, bellamente ilustrado a ser posible. Hace tres o cuatro días, a las nueve en punto, se puso a llover. Y la niña abrió el libro y lo puso de sombrero. El libro se convirtió en su casa improvisada, en su abrigo contra el amago de temporal. Yo pensé en el tema del Día del Libro Infantil, que se celebra en el Matadero y en todo el mundo, y de esta orgía perpetua de la imaginación, y de tantos proyectos felices, los nuestros, los de quienes vendrán y los de quienes nos precedieron: Y bajo el tejado, un techo. O un libro, que es casa encendida, y refugio, y el edén portátil donde nos reconocemos, y nos atrevemos a vivir en plena libertad, con toda la alegría de la tierra.
Antón Castro, Cuentos de domingo, Heraldo de Aragón, 2 de Abril de 2006)
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