Seis días en Zufaria (17 de Agosto de 2006)
Estamos preparando, de nuevo, las maletas para el Serrablo, después de comer saldremos hacia Sabiñánigo para encontrarnos con los destrozos de "la pedregada": En el trabajo el granizo ha agujereado la cubierta del almacen y ha abollado todas las persianas. ¡No sé qué habrá pasado en casa!
Durante mi viaje anterior a Zuera, hace apenas un mes, también el cierzo se ensañó en el estudio y el comedor, arrastrando los libros en remolinos increíbles, descolgando fotografías y cuadros, las hermosas serigrafías de Natalio Bayo... ¡Es el tiempo! Y de tiempo perdido y no recuperado es esa gran desazón, esa angustiosa depresión contagiosa de mi madre, a quien nadie consigue despojar de su enorme sensación de soledad. Estos días la hemos "secuestrado" y la hemos llevado de su casa a la nuestra, porque tampoco se deja... Hemos ido a pasear con ella por el Paseo Fluvial del Gállego, por el parque. Sólo sus nietos consiguen arrancarle, de vez en cuando, una sonrisa. Sus nietos que le cuentan historias y le cantan, que le hacen mimos y la quieren como la queremos todos, aunque a veces no sepa o no pueda verlo.
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