Sábado 12 de Agosto
Salimos de Sabiñánigo el sábado 12 madrugando, después de dormir tres horas escasas. Juan, el más despierto de los tres, fotografió el camino con sus ojos azules e intensos. Paramos en Huesca, su pueblo, para comprar el periódico y una caja de Conguitos. En Zuera, como casi siempre, nos esperaba mi hermana Maribel, que nos acercó a casa, para poner todo en marcha: ventilar, encender la luz, abrir el agua... Luego, después de estrujar cien manos y besar veinte mejillas, un par de horas en casa de mi madre, para verla llorar de alegría y de tristeza, porque como dice mi hermano Víctor: ¡Las Morte, todo lo arreglan llorando!
Al final de la mañana, hacer la compra evitando lugares demasiado concurridos, para no demorar la marcha a Zaragoza con los besos y achuchones de mis paisanos. Hacia las dos menos cuarto nos marchamos a la capital del cierzo para comer con los Cuenca-Ramos, en cuya casa nos esperaba Pablo. Después de comer, marathon de compras en Grancasa, para renovar el ropero de esta pareja de fieras del crecer. Yo no encuentro la ropa que quiero, así que le compro unos pendientes a mi hermana y para mí un disco de rock y de nostalgia, un disco de Los Coyotes que está en mi talla.
Cuando ya nos hemos hecho con el último ticket, sin dejarnos tomar el pelo con una engañosa campaña publicitaria en Media Mark, nos viene a buscar Seve, que carga con nuestro cansancio hasta la primera noche de Zufaria, por allí ha pasado mi hermano antes de marchar a la playa, pero un malentendido ha impedido que nos veamos.
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