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Antonio Pérez Morte

VERMOUTH CON ANTONIO PÉREZ MORTE (Joan Gonper)

VERMOUTH  CON  ANTONIO  PÉREZ  MORTE   (Joan Gonper)

He  tomado  vermouth  con  Samuel  Beckett   en  la  Plaza Mayor  de  Salamanca. He almorzado en Chez Víctor con Ciorán.  Carmen Martín Gaite vino al Novelty conmigo, pero se dejó el café. Estuve con Panero en la Iglesia de la Purísima y cené con Brel en el Chapeau. Hablé con Adares de su madre. Hacía calor y Ramón Irigoyen me prestó un abanico. Pasé la tarde con Juan Gil Albert.  Se hizo tarde; hora de volver: En el Parador me aguardaban García Montero, Benítez Reyes y Valente.  Abrí la puerta, los introduje en la maleta, los secuestré a los tres...

Esta carta me la envió el poeta aragonés Antonio Pérez Morte después de una visita suya a la ciudad amarilla, hace una decena de años. Ha vuelto el otro día para rememorar ese pasado más imperfecto.   Ahora andaban por aquí Luis Alberto de Cuenca, Pancho Céspedes y Julieta Venegas.   Siempre cultura aquí y él en plan mágico pródigo fue relatándome sucedidos condecorados por lágrimas, para volver a purificarse entre la historia de Equis y un fin de semana junto a Alejandro Casona.   Luego, ya habrá vuelto a su Aragón diario, a su vida repleta de vidas y al recreo perejilero de reunir ideas en bellos poemas.

Según caminamos por la noche salmantina bellamente iluminada, tras la luz de un verso,  con él se encendían los recuerdos y las afinidades electivas.  Los recuerdos encendidos que siempre ardieron. Charlamos al amor del fuego,  del fuego del amor;  antes de llegar el día,  que son palabras suyas; antes de que el cierzo arrastre las cenizas, antes de que se borren las huellas del incendio.   Se acercaban el Día del Padre, el inicio de las alergias al polen, el enjambre del juicio contra esa canallada del 11-M, y se trajo a Miguel de Unamuno en una recopilación de Adolfo Sotelo.

Le acompañé a la Casa-Museo rectoral para rematar una de las muchas tardes mirando la ciudad desde el puente romano, fotografía va y viene, cuando a través de un aparato informático nos enteramos del triste fallecimiento del  puzzle vital de la play-mate Anna Nicole Smith  y la histeria de los candidatos a ser padres putativos de ese bebé que heredará una cuantiosa fortuna.

En esa glotonería de búsqueda de las cosas pequeñas rematamos una de las jornadas incluyendo en la maleta una visita al imaginario de Franz Ackerman. De nada les valió protestar a las suelas de sus zapatos el que día tras día remontásemos el curso del Tormes al amanecer para encontrar ese remanso de paz, la floresta en la que Fray Luis de León, ahí a los pies de Cabrerizos, se entregó en cuerpo y alma a huir del mundanal ruido desde ese sitio, uno de los más bellos rincones charros.      

Joan Gonper  (Publicado en El adelanto de Salamanca, Martes 20 de Marzo de 2007)

6 comentarios

Antonio -

Queridos Ybris, Chema, Fernando, Luisa, Jorge...
me alegra compartir con vosotros el amor por Salamanca, y también que os haya gustado el texto de Gonper. ¡Abrazos a todos!

jorgebarco -

Hace ya siglos que no voy a Salamanca, y me animan esos recuerdos. A lo mejor me escapo en Semana Santa. Parece mentira pero se echa de menos.

Un abrazo

Luisa -

La bella Salamanca, un poco altiva, pero tan acogedora...El paseo del Tormes al atardecer en primavera es un recuerdo también para mí; hacía frío. Y es cierto, es una ciudad que multiplica las presencias que siempre te acompañan.
Muy buen artículo y muy próximo. Un beso.

Fernando -

;);)..Chema si esto fuera Turquía que es como un dedo de gordo..tipo esparrago tendrías menos problemas...abrazos a todos...que hermosas son las palabras cuando sirven para unir a la gente.

Chema -

Antonio, me gustó mucho el artículo, y me llamó la atención la frase "recreo perejilero de reunir ideas en bellos poemas", muy visual y acertada para los que sabemos lo complicado que es recoger perejil silvestre entre la hierba.
Un abrazo!

Ybris -

Es curioso cuántos recuerdos se acumulan al cabo de los años.
Gusta poder recordarlos.
Precisamente, al leerte se me vino el recuerdo ya casi olvidado del paseo que hice hace ya cuarenta años a la floresta de Fray Luis de León.

Gracias por tu visita y tus palabras.

Un abrazo.