Silencio.
Llevo callado una semana. Me niego a escribir en negro. A dar por perdido, definitivamente, mi viejo pilot verde esperanza. No hay noticias. Nadie sabe nada. Ha llovido incluso tras su desaparición: Quizá el cierzo o el granizo lo hayan arrastrado hasta alguna rejilla de desagüe.
¡Quizá mi rotulador, navegue ahora por esa extensa red suburbana que recorre las arterias de la inmortal ciudad! ¡Si pudiera rescatarlo! ¡Si supiera dónde está!
Recuerdo aún el día, en que de forma automática comenzó a escribir los poemas más alegres: Su fuerza incontrolable comenzó a guiar mi mano, mientras todos creían que era yo el autor de aquellos versos. Me acompañó, también, cuando escribía folletos para campañas electorales, junto a mi hermana Maribel, Domingo Esteban, Toño Cuenca, Antonio Romé... y en los viejos y mordaces textos de La voz de la Izquierda, es decir, cuando la izquierda todavía tenía voz y siglas. Con mi viejo pilot verde esperanza y aquél otro rojo despuntado, asomados siempre por el bolsillo izquierdo de mi camisa (como dos jóvenes curiosos), yo me sentía fuerte, capaz de casi todo.
Ahora mi inolvidable pilot, quizá navegue por un laberinto subterráneo de lodo y mierda: ¡Quizá, por fin, se haya hecho adulto!
2 comentarios
Fernando -
Un abrazote!
Cide -