La pintura de Antonio Saura (Luis Eduardo Aute)
se piden paso en este incómodo proceso
de maquillajes sin orden, febriles caretas,
retratos imaginarios
a golpes de ceniza creciendo
como arrugas carnívoras
confundidas
y amontonan una misma mueca
un mismo monstruo
que aprieta los huesos
para sujetarse las vísceras
en un esfuerzo estéril
de ocultar la careta más grotesca
hecha detrito.
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