Café con Maribel (Recuerdo de Maribel Marco)
¿Toño? ¿Cómo tienes la agenda? ¿Y a qué hora abres? Anda, vente a casa después de comer. Sí, antes de abrir la tienda, a tomar un cafecico... ¿Sobre la media o así? Venga. Venga, así te cuento una historia que estoy escribiendo y debo acabar lo antes posible, si quiero publicarla en el Heraldo del Domingo: Me ha dicho José Luís Trasobares -que conmigo es siempre muy majo- que me guarda un hueco junto a la Navales.
Iba a tu casa, a tu mesa camilla o a la grande del comedor, según el tamaño del proyecto, y retirabas la labor (siempre andabas con labores entre manos) o el centro de mesa, y comenzábamos la lectura crítica, repasando el texto con una colección de sugerencias: Buscar sinónimos y antónimos, alargar las frases y quitar comas en aquellas partes del texto en las que querías transmitir cansancio, o acortar aquellas otras que pudiesen ganar en rotundidad, repasar las tíldes...
Una vez revisado todo decías: ¡Ahora, Toño, no me toques una coma que no hayamos consensuado! No lo hacía y sí surgía la duda hacia mitad del proceso mecanográfico, te llamaba para consultarte, porque por entonces, tú, tan rápida y locuaz en las sobremesas de Radio Zaragoza, que eras capaz de medir el tiempo a la vez que hacías la crónica, cuadrándola al segundo, todavía eras "analógica" y no habías comenzado tu camino de digitalización. Escribías con dos dedos, claro que acababan de llegar a España los primeros Amstrad...
Cuando Conchita Carrillo o Lisardo de Felipe se despedían de la rueda de corresponsales, volvías a coger tu carpeta, tu bolígrafo y tus cuartillas y salías volando hacía la sede de la UAGA, de CC.OO., de U.G.T., de la Asociación de Vecinos o el Ayuntamiento, a cualquier lugar donde estuviese la noticia, para volver a transmitirla al día siguiente. A veces había espacio para una infusión con los amigos o para algún valioso consejo como aquél de: ¡Toño, si te dejas pisar como un gusano eres un gusano! Lucharé por no serlo, Maribel, aunque sólo sea para mantener vivo tu recuerdo, mientras dure el intento. Y si el esfuerzo es en vano, tú serás mi testigo: Como buen gusano anidaré en los corazones amigos.
Antonio Pérez Morte
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