Aniversario.
Veinte años han pasado desde nuestro primer beso. Veinte años tras el roce tembloroso de nuestras manos, y el revoloteo violento de tanta mariposa en la boca del estómago. Veinte años ya, quince de ellos casados; no sabría hacer el balance de nuestra vida en común, ni siquiera en verso.
Pasión, amor, celos, familia, dos hijos, viajes, sueños, amigos, trabajo, libros, discos, desengaños compartidos, muchos números, rutina, besos, placer, diálogos, silencios, miedos, médicos, supermercados, colegios, partir de cero y volver a empezar con demasiados muertos queridos a la espalda. Veinte años años ya no son nada...
Nuestro hijo Pablo, por esos extraños juegos del azar, ha madrugado para ir a visitar, junto a sus compañeros de Colegio, la Iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca, el hermoso templo donde Ana y yo nos casamos, hace precisamente hoy, tres lustros.
Hacía frío esta mañana cuando el autobús se ha marchado. Ana y yo hemos trabajado todo el día en la oficina y en casa, a marcha forzada. No hemos tenido tiempo para comer relajados y celebrar, como hubiésemos querido, nuestro aniversario. He conseguido, eso sí, hacer un hueco, para comprarle unos iris del valle color violeta intenso, como aquellos primeros que me preparaba mi amiga María Pilar Seral cuando vivíamos en Zuera. ¡Le gustan tanto como antaño y a mi me gusta que le sigan gustando! ¡Esos lirios huelen a futuro, a presente y a pasado! ¡Son un ramo de vida, con sus aciertos y fallos!
Pasión, amor, celos, familia, dos hijos, viajes, sueños, amigos, trabajo, libros, discos, desengaños compartidos, muchos números, rutina, besos, placer, diálogos, silencios, miedos, médicos, supermercados, colegios, partir de cero y volver a empezar con demasiados muertos queridos a la espalda. Veinte años años ya no son nada...
Nuestro hijo Pablo, por esos extraños juegos del azar, ha madrugado para ir a visitar, junto a sus compañeros de Colegio, la Iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca, el hermoso templo donde Ana y yo nos casamos, hace precisamente hoy, tres lustros.
Hacía frío esta mañana cuando el autobús se ha marchado. Ana y yo hemos trabajado todo el día en la oficina y en casa, a marcha forzada. No hemos tenido tiempo para comer relajados y celebrar, como hubiésemos querido, nuestro aniversario. He conseguido, eso sí, hacer un hueco, para comprarle unos iris del valle color violeta intenso, como aquellos primeros que me preparaba mi amiga María Pilar Seral cuando vivíamos en Zuera. ¡Le gustan tanto como antaño y a mi me gusta que le sigan gustando! ¡Esos lirios huelen a futuro, a presente y a pasado! ¡Son un ramo de vida, con sus aciertos y fallos!
1 comentario
Jaime y Samuel -
¡Felicidades a los dos!