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Antonio Pérez Morte

Llorar para adentro

Llorar para adentro

No he podido escribir una sóla línea desde el martes.  Me cuesta centrarme en el trabajo, y he tenido que volver a luchar contra mi propia mente (que a veces se desboca y va por libre), para poder pasar a limpio tres o cuatro documentos, una nota informativa, dos o tres presupuestos.    Me cuesta mucho conciliar el sueño para tener pesadillas.   Los días vuelven a ser largos, eternos, y la impotencia se nos adhiere al cuerpo como una segunda piel, que se eriza poniéndonte el vello de punta.  ¡No sabemos qué hacer!  ¡No sabemos otra cosa que rumiar en silencio y llorar para adentro, mientras miramos constantemente un reloj que no avanza!  ¿Qué hora será cuando vuelva? ¿Volverá?  A ratos estás convencido de que sí y revives el encuentro camino del trabajo o la imaginas girando la esquina, como cada día, con el bolso en bandolera, dispuesta siempre a derrochar energía, afecto y cariño.  Otras veces temes lo peor, aunque quizá no haya nada peor que esta jodida incertidumbre, este sufrimiento sin medida que nunca habíamos experimentado con tanta magnitud. 

Hace once años que conozco a Pili y siempre, siempre, ha estado aquí cerca, muy cerca (no hablo en terminos espaciales sino afectivos), dándote su apoyo y su ánimo cuando las cosas iban mal:  Cuando una noche perdí a un gran amigo en la carretera, durante la larga enfermedad de mi padre... 

Hace sólo unos días volvimos a conversar un rato por última vez: Los dos estábamos contentos, yo porque ya casi había superado por completo mi bache anímico; ella porque volvía de  Madrid su  hija Vanesa y por fin iban a pasar el verano todos  juntos.  No sé qué hay que hacer, ni sé si podemos, pero hay que intentarlo porque una sociedad enferma que marcha a la deriva, no puede permitirse el lujo de perder para siempre a personas de la talla humana  de  Pilar.

Antonio Pérez Morte                   

      

4 comentarios

Antonio -

Gracias Fernando: Otro abrazo grande para ti.

Fernando R. Ortega -

Antonio, un fuerte abrazo y lamento esta pérdida.

Antonio -

¡Otro para ti, Fernandico!

Fernando -

un abrazo..fuerte...