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Antonio Pérez Morte

Veneno

Veneno

Abel, mi primer maestro, me inculcó el amor por la poesía y marchó dejándome, bien inoculado, el germen de esta enfermedad crónica, cuyos síntomas no desaparecerán jamás.  Desde entonces he buscado en vano y he descubierto que no hay tratamiento mejor que el veneno: soluciones en prosa, inyecciones de versos...    

Leo y releo prospectos sin caducidad de mis amigos eternos, Luciano y Guilllermo,  y reabro con urgencia un libro de Leopoldo de Luis: Con los cinco sentidos.   

3 comentarios

Cide -

me dijo Gabriel Sopeña en cierta ocasión que no ha conocido a nadie tan horrible que no se haya emocionado nunca con un poema o una canción. Realmente habría que ser horrible para no haberse emocionado nunca con unos versos leídos, recitados o cantados.
Gracias por mantener este blog abierto. Es una ventana con vistas muy agradables en otoño.

Antonio -

¡Viva!

víctor -

el veneno de los versos...

¡viva don Abel!

abrazos