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Antonio Pérez Morte

ZARAGOZA AMARILLA (Poemas de Julio Antonio Gómez)

ZARAGOZA AMARILLA (Poemas de Julio Antonio Gómez)

HAY EDADES COMO PENÍNSULAS DE SOMBRA,
tiempos lejanos con sienes inquietantes y colmillos dispuestos,
órbitas habitadas por fantasmas, catedrales construídas
con un sudor-silencio gris, amontonando piedras
que huelen siempre a muerte...

así eras tú, ciudad como mujer acostada sin tersura
ni anillos,
sucia de luces pardas que salpicaba el santo ebro avaricioso,
ciudad como mujer, como amante que huyó,
así que -por supuesto- permanece,
arrojada en un lecho desordenado en limo,
acostada esperando -¿qué esperas?- taciturna,
con la cocina de tu antiguo corazón apagada en desorden,
pensando desdeñosa
quizás el exilio de tus mejores hijos
o no pensando,

solamente estás,
estás inmóvil,
quedas
bajo el montón harapiento de tus vestidos cenizosos,
ausente
de todo cuanto tenga el poder de la vida:

ZARAGOZA AMARILLA
yo te amaba en la ceguera de mis octubres
de pantalón corto,
todavía no alzado al recinto durísimo
de tus dientes,
casi desatendido por tus vientos y escarchas
cuando aquellos primeros cigarrillos quemados
-craven a; navicut-
torpemente a escondidas
en los descansos del cinema iris con culo de madera,
cuando en los silenciosos atardeceres misérrimos
penetraban los trenes
mugrientos con hollín y estraperlistas,
cuando la muchedumbre
se apretujaba arriba abajo de los porches con miedo
y la felicidad de los domingos
era magnificada
con frituras de calamar y rosarios de sombra.

entonces
un casi imperceptible hedor
de crisantemos agridulces y diques
descendía
por entre las barcazas del canal imperial
de aragón,
las reciénestrenadas viudas de guerra
contemplaban tristísimas el mear de sus perros
hambrientos
y un ala gigantesca fantasmal silenciosa
nos tapaba los ojos haciéndonos ¿felices?

yo había confiado
todas las puras posesiones de mi corazón,
todos los vasos de mi frágil cristal instantáneo,
todas
las pobres riquezas de mi universo apenas reprimible,
a la oquedad supuestamente maternal y cálida
de tus brazos,
a la vigilancia forzosamente sospechada dulce
de tu cielo vacío.

una tremenda oscuridad
cayó de pronto agrietando las murallas
y el coso se enramó de procesiones
como venas urgentes,
soterradas algarabías triunfalistas
con los ojos pintarrajeados de un violento violeta
escandalosamente funerario.

todo lejos.

ALGUNAS MADRUGADAS
todavía se atreve
alguien
se atreve a cantar empujado
por el clarete salvador altivo
alguien
a cantar algunas madrugadas
pero nadie
le escucha.

nadie le escucha;
duermen los fabricantes de regaliz, se sobresaltan
las esposas del funcionario agonizante que acaricia un 600,
los gerentes
pagan el uisqui del adiós y eructan
ansiosamente por una revolución de enormes tetas libres
sólo para ellos,
el canónigo enciende por sexta vez la luz
y mira con tristeza el orinal mutismo solitario;
afuera
la noche no es azul,
continúan vigilantes los bancos construídos
con paredes de hielo
sobre los debe-haber terribles homicidas inmóviles
palacios sin calor y sin respuesta:
un desgarrado grito silencioso
se ahoga en el terror de los ficheros oxidados
y de nada sirve
llorar,
de nada sirve
nada.

Los reciennacidos deberían arrojarse
desde los más irremisibles acantilados.

(Del Poemario Acerca de las trampas,Colección Fuendetodos, Ediciones Javalambre, Zaragoza1970)

2 comentarios

Antonio -

Sin duda Alfredo, sin duda: Tu tocayo Alfredo Saldaña, Antonio Pérez Lasheras, Antón Castro... ya han trabajado mucho y bien en ese sentido. ¡Un abrazo!

Alfredo -

Un poeta singular. Un autor a reivindicar.