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Antonio Pérez Morte

HABLANDO DE POESÍA (José Ángel Barrueco)

HABLANDO DE POESÍA                     (José Ángel Barrueco)

 

Estábamos inmersos en la madrugada, en un pub zamorano, acodados en la barra, y me encontré con un tipo al que hacía tiempo que no veía. Mientras me despachaba una cerveza al chaleco, la última de aquella noche, él comenzó a hablar de poesía. No hay nada que me llene más que la poesía, no hay nada que me produzca tanta satisfacción, me dijo. Yo le recordé que él me había descubierto el poema "La ciudad", de Cavafis, un año y medio antes, en otro garito nocturno. El se sabía muchos versos de memoria, de otros poetas, además de Cavafis. Me recomendó algunos autores, y yo traté de recomendarle a otros. Estábamos allí, no sé si serían las siete de la mañana o quizá más tarde, y me pareció fascinante que a esa hora, y mientras alrededor todo era ruido y confusión, ebriedad y bailes modernos, estuviéramos hablando de algo tan atractivo y sólido como la poesía.

Un tipo duro que sepa construir un poema es invencible. Y si no, miren a Quevedo: tan diestro en la espada como en la rima. O recuerden a Cyrano de Bergerac en la película que protagonizó Gerarde Depardieu: eran más salvajes, más afilados, más sangrantes, sus versos, que sus estocadas. Y son más contundentes los poemas de Charles Bukowski sobre los infiernos de la existencia que los puñetazos que daba a otros borrachos en los callejones mugrientos y anexos a los tugurios en que se bebía el mundo. Aquella madrugada, pues, fue así: hablando de poesía aunque la horrible música nos conminó a gritar para oírnos y entendernos. Al final se fue, mi viejo conocido, diciéndome: "No te doy más la paliza".  Al contrario, le aseguré, me encanta hablar de literatura.

Siempre me he considerado poco entendido en poesía. estoy más acostumbrado a la prosa, al cuento y la novela. Sin embargo, oí una vez que no hace falta entender el poema para que te guste. Por eso durante esta primavera, y sobre todo en este verano, he procurado alimentarme de poesía. Una vez que entras en la rueda, ya no puedes librarte. Tienes que seguir leyendo poemas, descubriendo autores. He tenido, además, la inmensa fortuna de no leer en los últimos tiempos poetas que me decepcionen.  Los he leído en manuscritos inéditos, en bitácoras, en libros, en antologías, en revistas. Como si estuviera sediento o enfermo. Voy a permitirme, pues, mencionar a los poetas que he leído en los últimos tiempos. A algunos los conozco personalmente, con otros sólo he contactado a través del correo electrónico, con otros será imposible establecer algún vínculo porque son extranjeros o porque están muertos. Los cito por dos razones: para agradecerles sus poemas y para que el lector que no los conozca procure descubrirlos. Así, he leído ultimamente a los zamoranos Tomás Sánchez Santiago y "El que desordena", Jesús Losada y sus versos para el catálogo de una exposición, el inédito David Refoyo y su aún no editado "Odio", además de los textos que cuelga en su blog. S Vicente Muñoz Álvarez y su "Privado", a David González y su "Ley de vida", a Karmelo C. Iribarren y su antología "Seguro que esta historia te suena", a Miriam Reyes y su "Espejo negro", a Manuel Vilas y su "Resurrección", a Antonio Pérez Morte y los poemas que de vez cuando pone en su bitácora. Y a Charles Bukowski y sus poemas de "La última noche de la tierra", a Sharon Olds y "Los muertos y los vivos", a José María Fonollosa y su "Destrucción de la mañana". En breve llegarán a las librerías Raymond Carver y su viuda Tess Gallagher, con sendos libros de poesía. Al fin. Mientras tanto, creo que releeré la "Poesía Completa" de Claudio Rodríguez.

José Angel Barrueco   (Publicado en La Opinión de Zamora, dentro de su sección "Escrito en el Viento",  4 de Septiembre de 2006) 

2 comentarios

Luisa -

¡Cuánta gente magnífica, cuántos textos estupendos!

Magda -

Un muy interesante texto de José Angel Barrueco, Antonio, y es verdad, también creo que no hace falta entender el poema para que te guste, es como todo el arte, la cuestión es sentirlo, que te abarque el espíritu.