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Antonio Pérez Morte

Diario

Voces en la noche (A. Pérez Morte)

Voces en la noche   (A. Pérez Morte)

       Oigo la voz de Juan en mitad de la noche, pero Juan, aquejado por un virus gastrointestinal, no me llama, así que le miro dormir relajado y le contemplo guapo e inmenso.  Tomo un poco de agua y vuelvo a la cama.  

¿He dormido algo? La verdad es que no lo sé, creo que no, pero ahora, como en un segundo, el reloj me acaba de robar una hora y las cervicales todavía me duelen más. Me doy un masaje rápido con alcohol de romero y en unos segundos descubro que no es el cuello lo que más me duele, sino las piernas: Se me han vuelto a subir los gemelos, cada vez me pasa más a menudo, y la intensidad no remite, por más que presiono fuertemente contra el suelo.  Dicen que esto pasa por falta de magnesio o por problemas de oxigenación, pero yo tomo magnesio y hago respiración diafragmática lenta, así que serán los nervios, seguro que son los nervios. Mis puñeteros nervios, que acaban de despertar a Pablo y se levanta una vez más.  Le escucho, pero no salgo, no quiero desvelarlo, así que vuelvo a mi cuarto con los ecos del llanto infantil de mi madre, y ese pinchazo que me hace recordar a Salva Iborra, un poeta amigo, asesinado en el vano intento de recuperar a otro amigo su bicicleta robada. 

Estamos en crisis y los precios bajan, las vidas ya no valen nada. Nada. Ahora, que estaríamos todos de acuerdo, en comprar aquella hermosa vida, llena de oportunidades, a Félix Romeo, vemos que no, que no es posible todavía.  No podemos hacernos de nuevo con nuestro amigo, en ese chollo indescriptible de los outlets de lujo. Habrá que apechugar, como lo hicimos siempre, y seguir adelante, poniéndole ilusión y fantasía como lo hacía, también, Maribel Marco, cada día, al levantarse.  ¡Creo que voy a tomarme un café y a intentar una sonrisa!  

* Asterisco

*    Asterisco

Lo he oído en el bar y sé que os interesará saberlo:
Fue un "asterisco" lo que acabó con los dinosaurios en todo el Planeta.


Regalo de Navidad (Foto: S. del Molino)

Regalo de Navidad         (Foto: S. del Molino)

¡Ay, Daniel!  Daniel...
¿Está o no, para comérselo? 

¿Quién dijo que este año no habría Navidad?

¡Cómo me gusta que los amigos me llenéis de sobrinos!
¡Besos! 

Agustín García Calvo

Agustín García Calvo
Sé que me perdonas, cuando hablo en voz baja contigo, aunque sepa que ya no estás.  Sé que me perdonas, porque no eres rencoroso y porque si lo hago todavía, lo hago desde esa existencia absurda, que tú como otros incrédulos del mundo ayudaste a dignificar.  

No puedo decir a estas horas, nada nuevo, nada que no nos hayamos dicho hace ya tiempo y ni siquiera quiero alargarme en elogios desmedidos como los de quienes hoy van a ponerte por las nubes por luchar denodadamente contra la dictadura, cuando ellos son responsables directos de haberte sacado -no hace tanto- por la puerta trasera de un medio de comunicación público: Ya ves, quienes te negaron la voz en democracia, te ensalzan hoy sin el más mínimo pudor, por eso, quizá sea mejor este recuerdo contenido, para evitar que la admiración y el afecto más sincero vuelva, una vez más, a mezclarse con la puesta en escena histriónica de tanto sinvergüenza oportunista.     Además, si continúo, no podré contenerme la emoción y acabaré llorando como una vieja plañidera.                                

¿Sabes qué?  Que mejor voy a dejarlo y hago un himno, un himno de aquellos que como a ti, a Rubianes o a nuestro inolvidable Labordeta, nos arranque de tanto tedio acumulado y se convierta en altavoz contra tanta, tantísima miseria.
Antonio Pérez Morte 
 
"Tantas cosas me han ido saliendo, a las márgenes de la poesía literaria, de la gramática escolar, de la ciencia o filosofía, por debajo de mi persona... Contra el imperio del Futuro, contra la muerte... No sé qué podrán seguir haciendo esas cosas entre la gente viva: si al menos siguen encontrando a algunos que descubran en ellas lo común, lo que ellos, sin creérselo, sentían y pensaban..."   
Agustín García Calvo
(Zamora, 15 de octubre de 1926 - Zamora, 1 de noviembre de 2012)

Ramalazo (Antonio Pérez Morte)

Ramalazo                 (Antonio Pérez Morte)

Es posible que metiese la pata, que me diese un ramalazo de aquellos que me acojonaban a mí mismo y me saliera de madre.    

Es  posible  que fuese  el  miedo, mi  instinto  protector  incluso  en la distancia. Sí, debió de ser eso, que temía que amanecieses cualquier día en cualquier lugar, lejos de casa, cosido a machetazos, sin que nadie te echase en falta.  

Te agobié.   Me convertí, sin saberlo, en el padre que no tuviste, en la pareja que te incapacitaba, en el perro viejo escarmentado, que tanto tiempo después olisquea tus pasos todavía, perdidos para siempre en la distacia.    

Mi amigo Javier Delgado cumple años...

Mi amigo Javier Delgado cumple años...
Javier es un buen tipo.  Se lo había oído muchas veces a mi hermana Maribel.   Un buen poeta también.  Para saber  esto último, no me hicieron falta recomendaciones de amigos comunes, tan sólo leerle. Descubrir cuatro versos en la lejanas "galeradas" de Andalán y dejarme  llevar por la poesía fluida de su Zaragoza Marina.  
Javier es un buen tipo. Estuvo siempre en el centro de los corazones inquietos, poniendo orden a los sueños con sus ojos vivarachos y pequeños y sus camisones largos y chalecos, que paseaba, repartiendo octavillas a la cabeza de cada reivindicación, y tras la alegría y la lucha de las mejores utopías.     Cuando casi éramos niños anduvo cercano y más tarde, a nuestro lado, en los momentos de infinito dolor.    
Javier es un buen tipo  ¿cómo si no?   Un hombre que escribe poesía, y sueña futuros colectivos bajo la Sabina de Villamayor.   Un lector infatigable que se transforma en novelista o biógrafo   y convierte las servilletas de los bares y los klinnex en fichas de botánca...  Javier que conoce cada calle  de su ciudad como la palma de su mano, lleva 59 años caminando por ellas,  y a cada paso, a cada pensamiento suyo, se hacen más humanas, más transitables.    
Javier es un buen tipo,   un humanista que trae en la memoria el eco enamorado de la vida, y que con civismo sensato no se resigna a rendirse:  Javier, es ese eterno caminante, que como aquel otro, el de la mochila, le ha puesto música y sentido a una vida que se nos hacía demasiado dura.   Yo he compartido con él:  El amor por la música y la poesía, por los libros, la flora y el mar;  un montón de amistades (Rey, Labordeta, Maribel, Romé...)  y un lejano cabreo, perdido para siempre en fondo del pozo más hondo del recuerdo. ¡Felicidades! ¡Besos!

¿Violaciones legítimas? Antonio Pérez Morte

¿Violaciones legítimas?   Antonio Pérez Morte

Inmersos, como andamos en un mundo de locos, a veces llegan a nuestros oídos declaraciones tan indignantes como absurdas, y uno se pregunta cómo es posible que todavía existan individuos tan retrógrados, incultos y malvados como para remover un abanico de sentimientos tan grande, con parecida intensidad:   El congresista republicano de Missouri Todd Akin, en una entrevista televisiva, en la que defendía una postura contraria al aborto en casos de violación, aseguró que hay “violaciones legítimas”: En ellas, las mujeres no se suelen quedar embarazadas, porque cuando se trata de uno de estos abusos, el cuerpo femenino tiene mecanismos para cerrarse” y evitar el embarazo. No aclaró, claro está, cuando considera él que puede producirse una “violación legítima”, sin embargo, teniendo en cuenta su vergonzante concepción del mundo, me parece más que evidente que Todd Akin es uno de esos adalides del machismo más profundo, que tiende a justificar las violaciones con el enfermizo razonamiento de que siempre son las propias mujeres las que provocan a sus violadores.  Tampoco aclara este tipejo (tal como lo denominaba, con justicia, Fran Sevilla en una reciente crónica) en qué se basan, supuestamente, los médicos, para aseverar que en una violación el cuerpo de la mujer se cierra por dentro, impidiendo que el esperma pueda fluir y fecundar al óvulo. Explicación científica de perogrullo.

 

 

 

Noches en blanco (Antonio Pérez Morte)

Noches en blanco         (Antonio Pérez Morte)


           Entre el insomnio y la narcolepsia, sigo sin poder dormir como quisiera, o como el cuerpo me reclama, que es peor, así que me levanto de madrugada,  para buscar entre las cajas de mi estudio, alguna prueba que me lleve a encontrar el motivo de esta vigilia:  quizá una pista en la primera foto que aparece, la de ese niño de abrigo abotonado que da de comer, boca-pico a una paloma y que Francesc Catalá Roca captó en Las Ramblas de Barcelona en 1953.  No, no soy ese niño, ni tampoco el arlequín en el que intuyo, desdibujado, el rostro, casi infantil, del poeta Leopoldo María Panero.  

 

       Agustín García Calvo  reaparece, después de tanto tiempo, para sentenciar un claro “No al futuro”.  Claro que mi eterno profesor fue hijo predilecto de  aquel levantamiento de Mayo del 68 y yo, por entonces sólo era un  niño pequeño y hortera que cantaba de memoria, como tantos otros críos, aquel gran éxito de Massiel en la única televisión de España, ajeno a la polémica previa con Serrat. Otro Agustín, otrora menos sabio y más cercano me devuelve a los ecos eternos de Buñuel y la Historia maravillosa, siempre llena de  historias, de nuestro cine, pero tampoco Agustín ni don Luís tienen la culpa de nada. 

 

        Los cuentos de Carlos Castán, tan asumidos como si fuesen propios, ya  no me duelen, siempre los llevo al día  y además no sería fácil tener cuentas pendientes con una persona tan entrañable como Carlos.   De repente Verdejo, Javier Verdejo, eternamente extraviado entre las páginas más oscuras de la transición española y dispuesto a morir de nuevo, con las manos manchadas de tinta; mientras otros miembros, incluso de su propia familia, se lavan las suyas, para desvincularse  de los sueños revolucionarios, de las esperanzas y siglas hacia las que siempre sintieron tanto rechazo y tanta inquina.

  
         Los panes compartidos de Pablo Serrano, nos ayudan a pasar el trago amargo del dolor  y  a saborear la guinda agridulce de esa duda, que como nos dijo en su día  Antoni Tápies  es  el camino más próximo al acierto.   Habrá que dudar, dudar todo lo que haga falta, cualquier cosa antes que el camino de la estupidez improductiva…  y no hay mayor estupidez que la de seguir en pie, levantado, acumulando cansancio a ese sueño que tarda en llegar, que desconozco y que podría liberarme para siempre de  tantas noches en blanco.

 

  Antonio Pérez Morte

 

 

 

Sueños de un viejo Titiritero (Antonio Pérez Morte)

Sueños de un viejo Titiritero    (Antonio Pérez Morte)

Esta noche he vuelto a verme tras la pared de vigas de un almacén de construcción donde de niño edificaba cada tarde de sábado El Circo o Mi pequeño teatro.   Allí, todavía, todo era ficción:  La compañía entera, incluso el presentador, era yo y aquella extraordinaria colección de marionetas que cobraban vida en mis manos y que comenzó con las cuatro primeras piezas que mi madrina, la tía Blasa, me compró en el viejo e histórico Pasaje del Ciclón, en la Plaza del Pilar de Zaragoza...     Con ellas, una pequeña caja de Magia Borrás y un surtido amplio de máscaras de goma era capaz de transformarme en mil personajes, transformando, también las tardes calurosas de las primaveras y veranos de la Zuera de los sesenta.   Más tarde, en los setenta, cobró mucha más fuerza la televisión y Fofó y los Payasos de la Tele, recién regresados de Argentina,  comenzaron a hacerme una competencia desleal, que unida a la difusión publicitaria de la Magia Borrás puso mi aventura vocacional -que había sobrevivido incluso al desafio de Zori, Santos y Codeso juntos-, al borde de la quiebra. Así que decidí irme, cuando aún tenía algo de éxito.  Me marché, dejando vía libre, al maestro de maestros, Javier Villafañe y para siempre vacíos los palets de tochos, de ladrillos y las vigas del viejo almacén de Luis Cuartero.   Al poco, uno de los espectadores más fieles, con el que yo había tenido un terrible e inolvidable sueño premonitorio, cayó enfermo y ante la absoluta incapacidad emocional para visitarle, fui mandándole, en mi representación y poco a poco, uno a uno, cada uno de aquellos títeres que sábado a sábado había dado luz a los más hermosos días de la infancia... 

 

Antonio Pérez Morte   

MARZO...

Marzo llega cargado de recuerdos que quisiera olvidar, pero tenía que llegar como siempre llegó, como Abril, como Mayo, sin pedir permiso, sin más.

Me ha pillado, de nuevo, con el paso cambiado, con el pulso acelerado, con el "mono" del café bien cafeinado, controlándome la tensión.

Marzo: Hermoso mes para preparar la primavera y olvidar el invierno, para tropezar con la amnesia o morir por un sueño.

Regalo para Félix en el último domingo

Regalo para Félix en el último domingo

F E L I X    R O M E O

Voces en la noche (Antonio Pérez Morte)

Voces en la noche          (Antonio Pérez Morte)

Oigo la voz de Juan en mitad de la noche, pero Juan no me llama, así que le miro dormir relajado y le contemplo guapo e inmenso... Tomo un poco de agua y vuelvo a la cama.   ¿He dormido algo? La verdad es que no lo sé, creo que no, pero ahora, como en un segundo, el reloj me acaba de robar una hora y las cervicales todavía me duelen más. Me doy un masaje rápido con alcohol y en unos segundos descubro que no es el cuello lo que más me duele, sino las piernas: Se me han vuelto a subir los gemelos, cada vez me pasa más a menudo, y la intensidad no remite, por más que presiono fuertemente contra el suelo.  Dicen que esto pasa por falta de magnesio, pero yo tomo magnesio, así que serán los puñeteros nervios...  Mis puñeteros nervios que acaban de despertar también a Pablo y se levanta. Le escucho, pero no salgo, no quiero desvelarlo, así que vuelvo a mi cuarto con los ecos del llanto de mi madre, y ese pinchazo que me hace recordar a Salva Iborra, un poeta amigo, asesinado en su intento de recuperar a otro amigo la bicicleta robada.  Estamos en crisis y los precios bajan, las vidas ahora ya no valen nada. Nada. Ahora que, con tanto progreso, todos estaríamos de acuerdo, en regalarle una nueva vida a Félix Romeo, vemos que no es posible todavía, que no podemos.  Habrá que apechugar y seguir adelante, ponerle ilusión y fantasía como hacía, cada día Maribel Marco, al levantarse.  ¡Por la familia y todos los amigos que aún nos quedan, voy a tomarme, ahora mismo, un café solo, con un par de sonrisas! ¡Buenos días!  

Antonio Pérez Morte      

Café con Maribel (Recuerdo de Maribel Marco)

Café con Maribel    (Recuerdo de Maribel Marco)

¿Toño?  ¿Cómo tienes la agenda?  ¿Y a qué hora abres?  Anda, vente a casa después de comer.  Sí,  antes de abrir la tienda, a tomar un cafecico...    ¿Sobre la media o así?   Venga. Venga, así te cuento una historia que estoy escribiendo y debo acabar lo antes posible, si quiero publicarla en el Heraldo  del Domingo:  Me ha dicho José Luís Trasobares -que conmigo es siempre muy majo-  que me guarda un hueco junto a la Navales.  

Iba a tu casa, a tu mesa camilla o a la grande del comedor, según el tamaño del proyecto, y retirabas la labor (siempre andabas con labores entre manos) o el centro de mesa, y comenzábamos la lectura crítica, repasando el texto con una colección de sugerencias: Buscar sinónimos y antónimos, alargar las frases y quitar comas en aquellas partes del texto en las que querías transmitir cansancio, o acortar aquellas otras que pudiesen ganar en rotundidad,  repasar las tíldes...  

Una vez revisado todo decías: ¡Ahora, Toño, no me toques una coma que no hayamos consensuado! No lo hacía y sí surgía la duda hacia mitad del proceso mecanográfico, te llamaba para consultarte,  porque por entonces, tú,  tan rápida y locuaz en las sobremesas de Radio Zaragoza, que eras capaz de medir el tiempo a la vez que hacías la crónica, cuadrándola al segundo, todavía eras "analógica" y no habías comenzado tu camino de digitalización.  Escribías con dos dedos, claro que acababan de llegar a España los primeros Amstrad...

Cuando Conchita Carrillo o Lisardo de Felipe se despedían de la rueda de corresponsales, volvías a coger tu carpeta, tu bolígrafo y tus cuartillas y salías volando hacía la sede de la UAGA, de CC.OO., de U.G.T., de la Asociación de Vecinos o el Ayuntamiento, a cualquier lugar donde estuviese la noticia, para volver a transmitirla al día siguiente.   A veces había espacio para una infusión con los amigos o para algún valioso consejo como aquél de:  ¡Toño, si te dejas pisar como un gusano eres un gusano!     Lucharé por no serlo, Maribel, aunque sólo sea para mantener vivo tu recuerdo, mientras dure el intento.   Y si el esfuerzo es en vano, tú serás mi testigo: Como buen gusano anidaré en los corazones amigos.

Antonio Pérez Morte     

   

 

La rémora. (Antonio Pérez Morte)

La rémora.      (Antonio Pérez Morte)

José Ángel Biel, trata de disimular su tartamudez y a veces, en alguna frase lo consigue, pero enseguida vuelve a tropezar: Es entonces cuando vuelve a alargar la primera vocal y toma aire para seguir alimentando un discurso, ambiguo y hueco que le permita continuar desplazándose a derecha o izquierda, a conveniencia.  Biel y el Par, son, desde hace muchos años una rémora cada vez más visible, una rémora que el líder de los aragonesistas no puede escamotear cada vez que abre la boca.   

Labordeta, Biel y el himno. (Antonio Pérez Morte)

Labordeta, Biel y el himno.  (Antonio Pérez Morte)

Estas semanas atrás aparqué el trabajo cotidiano para convertirme en enfermero de mi cuñado: Envuelto en las realidades tangibles de los hospitales, uno no tiene ganas de nada que no sea evadirse, así que intenta hacerlo tirando de los libros de ficción y algún poemario. El periódico no,  mejor no, sino es para mirar el tiempo, la sección de cultura o la programación de la tele...  Así que al llegar a casa, mi hijo pequeño me sorprendió de nuevo: ¿Papá, ya sabes lo del Himno de Aragón? No hijo no, le conteste.  ¡No te pongas triste, pero ha pasado lo de siempre!   me replicó.  ¿Y qué es lo de siempre?  Lo de siempre es que al PSOE le lleva siempre la contraría al PP y al PP se la lleva el PSOE y que además, como ahora ya no manda Marcelino sino la Rudi, Biel, como siempre, se ha vuelto a ir con los que mandan...  Asombrado por tanta lucidez en un crío de nueve años, le digo: ¡Pues vaya, hijo mío..! 

¡No te preocupes papá, que casi todos los españoles sabemos quién fue Labordeta y hay muchos aragoneses, también, que saben de maravilla cómo es Biel!  
   

Temp

Temp

Me gustan los relojes, quizá porque marcan ese tiempo del que, a menudo, carecemos y que tan deprisa se nos escapa.  Me gustan los relojes por lo que tienen de mágico y por que fueron testigos de muchas cosas que luego, casi sin darnos cuenta hemos ido echando al olvido.  Hace ya muchos años, en plena adolescencia, con uno de mi abuelo, descubrí el hechizo, el encanto de los viejos relojes de bolsillo.  Hoy, navegando por la red, me he encontrado con este, nada retro, muy colorido y tan divertido, que no he podido soportar la necesidad de atraparlo como quien captura algo exótico, para dejarlo colgado aquí y que lo vea mi chica, Ana.  A Ana que tanto le gustan los relojes, le encanta también el color morado, así que, entre una cosa y otra, se le van a poner los  dientes largos, muy largos.      

Recuerdos Volanderos de Carmen Serna (Antonio Pérez Morte)

Recuerdos Volanderos de Carmen Serna  (Antonio Pérez Morte)

Pienso en Carmen y los recuerdos, volanderos, van y vienen sin permiso:  Me  sorprenden a cada paso y me emocionan arrasándome los ojos.  

No quiero ponerme triste porque a ella no le hubiese gustado.  Además no tengo derecho a la tristeza.  Carmen, que vivió una vida larga, fructífera y hermosa, de entrega a los demás, sufrió en los últimos años los caprichos de la enfermedad y esos golpes con los que el azar intenta marcar nuestro camino.  No lo consiguió, con Carmen no, porque ante cada nuevo obstáculo, su fe inquebrantable le ayudaba a levantarse y seguir adelante.  Un día creimos que el cansancio comenzaba a hacer mella en su cuerpo y a los pocos días la sabíamos enfrascada en un nuevo proyecto,  en un quehacer solidario que a veces fraguaba en las horas de insomnio. La llamabas para interesarte por su último percance, por su accidente doméstico y te contaba que estaba preparando dos nuevos libros, que quizá presentase a la vez.   

Pienso en Carmen y me remonto a los setenta, recorriendo con ella las calles de Zufaria con los compañeros de la Tertulia de Miguel Labordeta.  A partir de ese momento mantuvimos siempre el contacto, nos enviamos poemarios, recuerdos y abrazos volanderos que mi tía Maribel, entrañable amiga, transportaba de Zuera a Zaragoza y de Zaragoza a Zuera.  

A veces, todavía no sé por qué, no entendía de dónde  sacaba aquellas fuerzas enormes para luchar y hacer todo lo que ella sentía que tenía que hacer.   Lo hizo siempre, hasta el final, sin pedir nada a cambio, sin quejarse, con la valentía de una mujer que está al borde de los noventa y tan sólo puede perder la vida y una colección maravillosa de poemas a cambio de encontrar definitivamente a Dios.

Antonio Pérez Morte

 

 

¡PIROPOS AÚN A TIEMPO!   (JULIO DE 2008)      

Autor: Ángel Guinda

Viva la contagiosa juventud de Carmen!

Fecha: 15/07/2008 13:51.

 

Autor: Antonio Pérez Morte 

¡Vivan su enérgica madurez, su solidaridad, su poesía...!
¡Abrazos, Ángel!

Fecha: 15/07/2008 16:13.

 

Escribir duele

Escribir duele
 Un paso más. Poemas inevitables 1975 - 79.
PÉREZ MORTE, Antonio.
Librería: Hesperia Libros (ZARAGOZA, ., Spain)
Valoración librería: Valoración 5 estrellas
Cantidad 1

Descripción: Zaragoza, CAGISA, (1979)., 1979. 4to.; 20 pp., 1 h. Cubiertas originales. Nº de ref. de la librería Varia-8824

 

Buscando esta noche, a través de la red,  libros de poesía antiguos, me he encontrado con esta ficha que os adjunto y que corresponde a mi tercera plaquette publicada en mil novecientos setenta y nueve:  Ha llovido mucho desde entonces y aquella afición que comenzó como un juego o una evasión, se fue convirtiendo, con el paso del tiempo, en una vocación dolorosamente sólida. No puedo vivir sin escribir porque no se vivir sin respirar.  Escribir duele, sigue doliendo cada parto,  treinta y dos años después.  Sólo hace falta relajarse y tomar aire. 

Antonio Pérez Morte

Tinta fresca

Tinta fresca

Tras el último empujón, casi el llanto.
Un hijo oliendo a tinta fresca. 
La emoción del parto.  

link (antonio pérez morte)

link         (antonio pérez morte)

Te evaporaste.  Sólo tu link la última raya.  Una línea de ceniza.